En serio, ¿es que por qué me llegan solicitudes de amistad en Facebook de gente que no conozco? Bueno, “gente”. En realidad, son hombres, mogollón de hombres de toda clase y condición. 

Casi cada día me llega alguna solicitud de amistad, la abro emocionada, esperando ver una cara conocida, alguna vieja compañera del cole o del instituto o aquella chica a la que conocí en el baño de un pub yendo piripis y que se convirtió automáticamente en mi mejor amiga de pubs de toda la vida, pero que no he vuelto a ver y que no sé ni cómo se llama, yo qué sé. Pero no, nunca es eso. Tampoco me ha mandado solicitud de amistad en Facebook aquel primer amor veraniego, aquel que conocí en la playa y con el que tuve un bonito romance juvenil con catorce años durante cuatro días, ay, ¡cuántas veces nos cogimos la mano mirando el mar y ni un tímido beso cayó! Como los niños de catorce años de ahora, básicamente, ¿no? Espera, que no me quiero meter en ese jardín. Volvamos a mis notificaciones de Facebook. 

Pues eso, que no, que hace años que dejé de recibir ese tipo de notificaciones (supongo que cuando terminé de conectar con todos los conocidos con los que tenía que hacerlo) y hace unos meses empecé a recibir casi a diario estas otras: los tíos que van buscando no sé muy bien qué. 

Porque a ver, pregunto: ¿es que estáis usando Facebook para ligar y yo no me he enterado? ¿Es que se está follando en este país gracias a Facebook? ¿Se ha convertido en el nuevo Tinder? ¿O es Tinder el nuevo Facebook? 

Mi perfil de Facebook os prometo que invita a cualquier cosa menos a intentar ligar conmigo. Lo tengo cerrado al público, mi foto es una foto normal de mi cara normal y poco más. Aun así, cuando alguno de estos señores me envía la solicitud y entro a su perfil para saber quién es, lo que veo es una foto de perfil sugerente, una foto de portada todavía más sugerente (a ver, alguno sugiere a su manera, esto también que quede claro), una descripción de tipo “casado pero libre”, “soltero buscando guerra”, y otras mierdas que harían vomitar al mismísimo Jesús Puente. Y las publicaciones pues más de lo mismo, no suelo ir más allá porque al decimocuarto emoji de un demonio seguido por una flor ya los ojos me han saltado de las cuencas.

Obviamente rechazo todas las solicitudes, pero ha llegado a un nivel de asedio que quería preguntar en serio: ¿de verdad estáis ligando por Facebook?

 

anónimo