Es un fenómeno llamativo. La gente cambia de vida, pero asume que las relaciones permanecen o deben permanecer inalterables. La gente cambia hasta la personalidad cuando se casa y tiene hijos/as, pero asume que, quienes no lo han hecho, son invariables. Así que deben estar ahí para ellas exactamente igual que estaban antes.

En mi grupo de amigas pasa esto. Las cinco o seis que estamos solteras o sin hijos/as hemos visto al resto de amigas pasar por el mismo proceso: conocer a alguien, enamorarse, empezar una relación, buscar sitio en el que vivir, casarse (o no) y tener uno o dos hijos/as. Nosotras también hemos crecido en lo personal, iniciado relaciones satisfactorias o decepcionantes, alcanzado hitos profesionales… Pero todo eso parece secundario.

A las que no hemos procreado el resto del grupo nos ve como una especie de núcleo que guarda la esencia de sus años de juventud. Una especie de máquina del tiempo en la que retrotraerse a sus años mozos de cuando en cuando. Somos el testigo vivo de esas noches de fiesta infinitas y esa aparente falta de responsabilidades que tuvieron lugar antes de la dispersión. Lo que queda del grupo somos nosotras, y a ellas les gusta sentir que seguimos estando ahí.

En parte, me parece bonito, casi romántico. Pero enseguida llegan los problemas:

  • Nos echan en cara que no avisemos. Nos han preguntado varias veces que si tenemos otros grupos de WhatsApp por los que quedamos (obvio: SÍ), que nunca se enteran de cuándo salimos. Ellas quedan con otras madres y nunca avisan, pero eso no cuenta, claro.
  • Nos echan en cara que hagamos planes a los que no se pueden unir. Uno de los motivos por los que no avisamos es porque nunca vienen, básicamente. Pero, cuando se lo decimos, nos dicen que es que siempre hacemos planes a los que ellas no se pueden unir.

Tengo la sensación de que esto no solo pasa en mi grupo, así que me he permitido escribir un alegato que podéis usar libremente aquellas que os sintáis representadas.

No somos tu plan alternativo

Hay quien tiene la costumbre de preguntar qué plan tenemos y luego soltar algo del tipo: “Bueno, a ver qué hago yo, porque a lo mejor voy con mi marido y el niño a comer”. Vale, que preguntas por curiosidad o por saber qué plan te conviene más, no porque te apetezca estar con nosotras.

No somos tu hombro en el que llorar

Están las que nos ven como una ONG: “Reponedoras de corazones rotos”. Terminan sus relaciones de pareja o entran en crisis muy serias y se vienen al café a llorar y a buscar consejos. OK, para eso están las amigas.

Pero, un poco de responsabilidad afectiva también por tu parte, ¿no? Porque es muy difícil que no nos sintamos utilizadas cuando, a nada que te pones bien con tu marido o encuentras otra pareja, haces bomba de humo y nos llevamos meses sin verte.

No estamos siempre disponibles

Esto no es solo cosa de amigas, es de todo el mundo. Estuve un tiempo haciendo tareas de voluntariado y a mí se me asignaban más tareas que al resto, sobre todo, a ciertas horas consideradas intempestivas para las familias.

El colmo lo ha puesto la compañera de una de mis amigas sin hijos/as. Empezó a trabajar en una tienda para cubrir una baja dos tardes a la semana, miércoles y jueves. Su compañera, que es fija en horario de tarde, le ha pedido que le cambie los jueves por los viernes de por vida, para así pasar tiempo con su hijo.

No asumas que mi vida es menos estresante que la tuya, o menos interesante, o que siempre estoy disponible.

No somos tu plan a la carta

Otra cosa que nos pasa mucho es que nos quieran cambiar el plan. Hace poco quedamos en una taberna de toda la vida, de las de estar de pie y pegadas porque está abarrotada, en las que no se hace más que pedir una cerveza tras otras y charlar. Una de nuestras amigas se interesó por el plan y, cuando se lo dijimos, nos preguntó que por qué no íbamos a no sé qué otro sitio, más espacioso y con tapas. Allí su niño y su niña podrían corretear libremente sin ponerse pesaditos y comer algo.

A todo el mundo le gusta sentirse parte de un grupo, que tiene planes a los que unirse y gente a la que acudir sea cual sea su necesidad. Pero cuidado con utilizar a las personas, asignarles roles que no tienen y exigirles cosas que no son responsabilidad suya.

Esse