Todo el mundo dice que soy fuerte. Que ellos no podrían pasar por lo que estoy pasando, que ellos no sabrían cómo reaccionar. Dicen que soy fuerte porque al final siempre hago lo correcto. Soy la responsable, la adulta, la madura. Me dicen que ojalá pudieran ellos ser más como yo. Lo que no saben es que estoy cansada.

Estoy cansada de sentir que siempre me tengo que sacrificar por el bien común. Vivir situaciones tóxicas porque “si no lo hago yo, no lo puede hacer nadie”. Tener que sacrificar mi propio bienestar cada vez que hay tomar una decisión difícil, porque si me elijo a mí, soy “una niñata egoísta teniendo una pataleta”. Estoy cansada de tener que aguantar y sonreír para después llegar a mi cama con un nudo en la garganta y echarme a llorar, sin poder salir de casa durante días. Porque no es justo.

Estoy cansada de cargar con los problemas de todos. De dejar de lado cómo estoy (porque ya me las apañaré cuando pueda) para volcarme por completo en ayudar a alguien que lo está pasando mal. Sentir sus problemas como míos, intentar encontrar soluciones para todo, estar siempre ahí. Estoy cansada de dejar mi vida a un lado, porque “necesito tiempo para mi” nunca parece la respuesta indicada, aunque lo sea. Porque me siento obligada a vaciarme por completo para llenar a otra persona.

Estoy cansada de preocuparme por gente que no lo hace por mí. De sentir que estoy rebañando las sobras que otros me dan, conformándome siempre con lo mínimo porque quizás ahora mismo no tienen más que ofrecer. Estoy cansada de ilusionarme con gente nueva, de intentar hacerles felices, y luego acabar sintiéndome la persona más desgraciada del mundo al comprobar que, otra vez más, se alejan de mí, dándome por sentado. Siempre después de que yo lo haya dado todo.

Estoy cansada de todo y, aun así, nunca me he arrepentido de ninguna de mis decisiones. Sí, tengo que aprender a anteponerme de vez en cuando, porque lo necesito. Poner un poco de distancia entre el mundo y yo siempre que necesite escapar. Pero, aun así, no cambiaría mi manera de ser por nada del mundo. Soy fuerte y, aunque esté cansada, me levantaré una vez más, y empezaré otra vez.

Al final del día, prefiero irme a dormir sabiendo que intenté hacer siempre lo correcto.

Fotografía: Ernest Brillo