Maris, estoy hasta el mismo coño de hacer dieta. Y me vais a decir: pues no hagas dieta. Pues veréis, es que resulta que soy de ese porcentaje pequeñísimo el cual su calidad de vida está intrínsecamente ligada a mantenerse a dieta. Os cuento por qué.

Tengo mil quinientas enfermedades autoinmunes. Soy celíaca, alérgica al huevo (a la yema y a la clara), a la leche de vaca y a las gambas, no puedo beber alcohol. Mis alimentos preferidos me hacen daño. Desde que me descubrieron la celiaquía a los 18, -sí, súper tarde, ya había probado lo güeno que está el gluten- me han puesto en muchas dietas. Primero me dijeron que era intolerante a la fructosa y a la lactosa además de celíaca: me prohibieron comer fruta, limité la verdura, eliminé la lactosa…, entre otras muchas cosas. Como no mejoré después de no sé cuánto tiempo, me dijeron que tenía que eliminar de mi dieta los alimentos altos en histamina, otra mierda más que no funcionó. También he probado la Fodmap, Keto, Paleo… Total un sinvivir recomendado por mis doctores.

Al menos una última dieta llamada AIP (Autoinmune Protocol Diet) me está funcionando bien: he conseguido reducir la medicación un montón y mis dolores son mucho más manejables, pero quillas… 

A MI ME HACE FELIZ LA COMIDA. 

Mujer con le pelo rubio, gafas de sol y abrigo peludo rosa mostrando disconformidad

Que voy al cine y se me antojan palomitas: – Ah no, te jodes. No puedes comer  palomitas.

Que voy a un cumpleaños: -¡Toma qué bien me voy a poner púa! – No, te jodes, nadie va a traer comida para ti.

Que es el mes de aniversario de la empresa: – No hay comida ni postrecito para ti.

Que voy a una boda, a un bautizo, a una comunión: – No puedo comer nada.

Que tus amigas van a quedar para comer sushi: – Te jodes, no sushi para ti. Comes antes y te tomas allí un té verde.

La vida social y lo bueno, en general, pasa alrededor de la comida y mi vida social se ha vuelto una mierda. Para más inri, donde vivo no tienen en cuenta la contaminación cruzada, comer afuera no es una opción para mí.

Mujer con las manos en la cara en gesto desesperado.

Otra de las cosas que me joden mucho es que nunca tengo un respiro, siempre tengo que estar haciéndolo todo y planeando a ver a dónde voy a ir y cuánto tiempo voy a estar afuera para saber cuánta  comida cargar pues en la calle no la voy a encontrar. Irme de vacaciones o ir a alguna fiesta es un desgaste, con la neverita a cuestas y la gente mirándome con cara de pena.

No os penséis que mi gente cercana no me cuida, siempre me preguntan qué puedo comer y qué quiero, no obstante los pobrecitos siempre se equivocan al preparar la comida y tengo que dar un curso sobre cómo hacerlo. Al final, esa comida que me ofrecen no me la puedo comer porque algo lleva que me sienta mal y me da mucha pena decir que no. Si digo que sí me pongo malísima.

Perrito Scooby Doo con cara de sentirse mal y con las patitas en su barriga.

He notado que con el paso del tiempo mi carácter se ha vuelto más agrio y que he desarrollado una aversión a la comida. Me encabrona ver a la gente comer y me harto de llorar cada vez que tengo que decir que no a un plan sabiendo que no va haber comida para mí. Me jode tremendamente ver a la gente comer cuando no puedo comer y que me digan: “ay, yo no podría”, “no sé cómo lo haces”, “bueno por lo menos estás delgada”, “ay, por lo menos estás sana”…

Mira Puri, ni más sana ni más delgada, estoy normal y bien jodía de salud aunque podría estar mucho peor si no fuera fiel a la dieta.

Han pasado un montón de años y os lo juro que cada vez lo llevo peor.