He aquí una de las mejores/peores anécdotas que me han ocurrido hasta la fecha en uno de esos maravillosos encuentros tinderianos, de las que mis amigas se siguen riendo a día de hoy y tratarán de contar el día de mi boda (acontecimiento que jamás ocurrirá ya que en breves comenzaré a adoptar mininos…).

El caso es que estaba yo tirada en el sofá mientras Gertrudis pasaba la aspiradora un viernes a las 16:00h, que oye, muy limpia la mujer, pero como buena forastera, no conoce que la siesta de cuatro a seis es más sagrada que los churros con chocolate de San Ginés en Navidad.

El caso es que estaba yo aburrida cotilleando por la pecera (POF) cuando de repente me likea un potentorro de los buenos. Un señor tribueno de esos que te empotra con la mirada (nunca se fien de esos queridas , que ya sabemos lo que ocurre después).

Ni corto ni perezoso, el muchacho empieza halagando mis ojos (que deben de ser también de empotradora, pero más discretos), mis labios y todas esas perlitas que los muchachos sueltan cuando quieren temita.

Entre unas cosas y otras, me dice que está solo en la oficina… así que decido abandonar a Gertrudis y su aspiradora y marcho hacia el centro a la oficina de mi amigo el empotrador.

Allí me encuentro cuando me pide que no llame al telefonillo y que le diga al portero que voy al quinto (una consultoria). Cual es mi sorpresa que mi destino es el Bajo izquierda, un compro oro de toda la vida. Podéis imaginar mi cara de póker cuando entro al lugar, y en un intento de ser simpática le suelto “vaya sitio más gitano tu trabajo” a lo que él me responde “mis padres son gitanos”.

Oh sí nena, menuda manera de empezar la cita.

El caso es que todo iba medianamente bien, una charla amena, quitando el hecho de que estábamos sentados uno en frente del otro, a escasos 50 cm de distancia todo para que las cámaras no nos grabasen cuando de repente se pone de pie, me mira fijamente bajando su mano hacia la bragueta y me suelta ¿me la chuparías?.

En ese momento me entró un ataque de risa de esos que acabas mojando las braguitas y no de placer precisamente y le pregunto “¿así en frío? ¿ni un beso ni nada?”.

Y señoras y señores aquí viene cuando me mira con cara de incomprensión, como si le hubiese pedido tener trillizos rubios y con ojos azules ahí mismo (que conste en acta que no podía ser más moreno de piel ni de pelo) y me escupe sutilmente “besarte ahora mismo sería como besar una caca de perro, sólo beso si hay sentimientos”.

Y sí señores, así es como aquel supuesto empotrador, doble de CR en su tiempo libre, me dio a entender que su miembro sí merecía mi saliva pero que sin embargo mi boca la suya ni de lejos… ¡Jhonny, la gente está muy loca! (WTF?)