Nunca pensé que iba a ser una víctima de un follodrama, pero el mes pasado viví la experiencia más surrealista de mi vida y quiero contarla para que la gente esté advertida de lo que puede acabar siendo una polvocita.

Nos habíamos visto durante cuatro meses y decidimos que lo nuestro no era una relación de pareja, era una relación de follamistad. Los dos estábamos cómodos con ello y no follábamos con nadie más.

Con cada polvo él se mostraba más y más cochinote, y eso me volvía completamente loca. Ya sabéis, al final lo que le mola a una es que le den azotes mientras le tiran del pelo y le dan gasolina. Pues bien, en nuestro caso los azotes surgieron en la primera cita, os podéis imaginar que las citas restantes fueron el escenario de Sodoma y Gomorra.

Quedamos por la tarde, follamos como locos toda la tarde, noche y madrugada, y nos quedamos dormidos hasta las 11 de la mañana. Al despertar veo (bueno, siento) que el chorbo vuelve a estar con el mango duro como para sacarme un ojo, y al empezar a tocarle me dice que espere, que me tiene preparada una sorpresa.

«Te voy a hacer un desayuno portugués»

«Hostia, nunca lo he probado, qué es?»

«Espera»

Salta de la cama desnudo, escucho que va hacia la cocina y trae un par de huevos (de gallina, no los suyos) y una sartén.

No entiendo nada, pienso que en cualquier momento va a sacar un hornillo de debajo de la cama y que me va a hacer el desayuno entre las sábanas, pero no, es algo muchísimo mejor.

«¿Sabes hacer el pino?»

«Bueno, puedo intentarlo, que se note que las clases de yoga sirven para algo»

«Pero desnuda»

Me pongo encima de la alfombra roñosa a intentar hacer el pino completamente desnuda sin preguntar nada, porque todos sabemos que si alguien te pide que hagas el pino desnuda tú lo tienes que hacer sin mediar palabra. LO SÉ, SOY GILIPOLLAS.

Tras varios intentos y muchas risas me sale, él se acerca a mí y me agarra las piernas. Empieza a besarme los pies, los gemelos, los muslos y mete un dedo en mi chochamen.

Cuando creo que voy a morir del placer y de la acumulación de sangre en mi cabeza, deja de hacer eso y me abre las piernas. No sabéis la de fuerza que estaba haciendo con los brazos para aguantar aquello; la pared ayudaba pero ya llevaba unos 5 minutos así.

Abre las piernas, escucho un ruido y me dice que voy a notar frío pero que no me asuste.

Noto algo viscoso y HELADO en mi coño y pienso que es el lubricante que habíamos usado durante la noche. Me la mete y, joder, qué puto placer de la vida. (Para las que os lo preguntáis, me tomo la píldora y al llevar 4 meses con él en exclusiva no usaba preservativo).

Empiezo a ver cómo me cae por la pierna algo transparente (os recuerdo que estoy bocaabajo) y cuando ya no puedo más me intento incorporar y me dice que aguante un poco que ya acaba. Aguanto like a champ, se corre, yo no me corro porque no me queda sangre en ninguna parte de mi cuerpo que no sea la cabeza y al incorporarme veo que empieza a gritar: CUIDADO CUIDADO.

Lo que voy a contar ahora seguramente sea lo más desagradable que vais a leer en vuestra vida, así que si sois muy asquerositas NO SIGÁIS LEYENDO.

Planta la sarté en medio de mis piernas. De mi parrusa empieza a caer su semen y algo que no consigo entender.

«PERO QUÉ HACES, QUÉ ES ESO???»

«Mi semen y los huevos»

Os juro que no entendía nada, estaba en shock. Se va a la cocina y le oigo cocinar, voy para ver qué narices está pasando y me suelta:

«Te quería hacer un desayuno especial, buenos días»

EL MUY CERDO HIZO UNA TORTILLA DE SEMEN CON UN PAR DE HUEVOS. No supe cómo reaccionar, lo único que recuerdo es estar vestida en la calle rumbo a mi piso a ducharme y a pedir hora al ginecólogo.

Sí señoras, rompió los huevos y volcó el contenido en mi coño, me folló, se corrió y se hizo una tortilla CON CONDIMENTO.

Sí, pillé una buena infección, y sí, le bloqueé de todas partes.

He tenido varias citas y cuando me quieren invitar a desayunar les digo que mejor quedamos para tomar una birra. Entenderéis que, además de morir del asco, me provocó rechazo a uno de los mayores placeres de la vida: la tortilla.

Tortifobia.

 

Envíanos tus follodramas a [email protected]