Buenas queridas sirenas de mi corazón, estos días he estado de vacaciones en la playita con mis amigas, y rememorando esas historias de antaño, ha salido a relucir uno de los episodios más bochornosos que he vivido en toda mi vida sexual.

Así que, os vengo a contar mi experiencia de aquel verano del 2016 y así al menos de aquella experiencia queden unas risas.

Pues bien, estaba yo de vacaciones con mis amigas, ya que todos los años nos reservamos una semanita para irnos juntas, este año por mayoría absoluta decidimos irnos a la playita.

Nosotras en la playa no se sabe si tenemos 5 años porque estamos jugando con la arena y las olas o 60 porque no salimos de debajo de la sombrilla, pero el caso es que nos lo pasamos genial siempre.

Pues en esas andábamos un día entre semana cualquiera, cuando al lado nuestro se sentó un grupo de mocetes. Que además tenían toda la pinta de ser de la zona, porque esas cosas se notan, bueno más bien se notaba que las que no éramos de allí, éramos nosotras.

¿Quién no ha gritado eso alguna vez de, aquí no nos conoce nadie? Pues eso.

Las horas fueron pasando y de entre toda la jauría de hombres, había uno que no me quitó el ojito de encima en todo el día, al final ya sabéis como son estas cosas acabamos todos revueltos, y el susodicho llamémosle Paco, se animo a pedirme el teléfono.

La verdad que el chico estuvo pico pala todo el rato, y no os voy a engañar, a mi el chico me hacía gracia y otras cosas, por lo que entre risillas y manitas, acabe aceptando una cita súper romántica en su barco, ¡si es que lo tenía todo!

Así me veia yo con mi Paco

Más nerviosa que todas las cosas quedo al día siguiente con él, y ahí aparece más guapo que todas las cosas con una cesta de picnic, ya que la idea era cenar en alta mar.

Nos subimos a aquel barco que era más cuqui que nada, ríete Chanquete del barco de mi colega Paco.

La verdad, es que yo no sabía la de cosas que hay que hacer para poner un barco en marcha y así entre nosotras, tampoco es que le viera especialmente suelto al chaval, pero bueno pensé para mis adentros, “estará nervioso y ya está”.

Cuando ya estábamos a una distancia considerable de la costa, mi querido Paco sacó todo el despliegue de comida que había traído, que si sardinitas, boquerones, mejillones, patatitas fritas, en fin, comidita rica rica.

Fue terminar la cena y las manos se nos iban ya al cuerpo del otro y en menos que canta un gallo, Paco y yo ya estábamos metidos en el pequeño camarote despelotándonos a  toda prisa.

Pero claro, no iba a ser todo tan bonito, en esto que el mar empezó a picarse un poco, por lo que el barco empezó a zozobrar un poco bastante y con este remeneo ¿qué paso? , Pues lo inevitable, que se empezaron a remover todas las tripas.

Lo más gracioso, es que yo, que no me había montado en un barco en toda mi puñetera vida, no me mareé ni lo mas mínimo, pero aquí mi pequeño grumete empezó a ponerse pálido en cuestión de segundos, y casi no me da tiempo a apartarme, cuando empezó a vomitar como si de una manguera se tratase.

Vi salir por la boquita de mi querido capitán Pescanova hasta el último amigo de la sirenita (nunca entenderé la gente que casi no mastica la comida aaagg)

Ariel indignada porque Paco se comió a sus amigos

Y en esas me veía yo, mirándolo con cara desolada, viendo el panorama, cuando el muy gilipollas porque no tiene otro nombre, me empieza a decir que si no pienso ayudarle a recoger todo eso.

A ver, entenderme, yo iba a ayudar a mi pequeño grumete sin problema, pero de ahí a que me lo exijan hay un paso muy grande, por lo que le dije que si tan marinero y machote era que se limpiara la pota el solito.

No sé lo que pudo tardar el capullo en recogerlo todo, yo a todo esto me salí fuera a que me diera un poquito la brisa marina en la face, porque os recuerdo que el mar estaba revuelto y aunque yo no me mareé, entre eso y el olor de la pota ya me contarás.

Cuando el muy desgraciado vuelve y ya le digo que me quiero ir a casa, veo que es un mar de dudas con el barco, que no sabe muy bien para donde tirar ni cómo hacer.

Mi cara de panic atack en ese momento ya os la podéis imaginar, y es que resulta, que aquí chanquete se había sacado el permiso de barco hace 4 días y era más novel que la madre que lo parió.

Como buenamente pudo llevó el barco hasta el puerto, y yo nada más llegar casi que me tiré al suelo, imitando a nuestro querido señor Papa a besar el suelo, porque por un momento temí muy seriamente por mi vida.

Gracias tierra firme

Mientras él se dedicaba a amarrar el barco y demás historias yo aproveché para irme con viento fresquillo y hacer la bomba de humo de mi vida.

Al final me vine revuelta y sin follar, eso sí las risas que aun nos echamos cada año cuando lo recuerdo son épicas.

 

Anónimo

Envíanos tus follodramas a [email protected]