Después de salir de una relación tóxica más larga que la Historia Interminable, decidí darle una alegría a mi reino de Fantasía e instalarme el Tinder. Durante las primeras semanas no encontré gran cosa: típicos tíos con pinta de salir en Mujeres y Hombres y Viceversa, y sinceramente ese no es mi rollo, hasta que un día apareció él. Estaba en el baño mirando el Tinder mientras descomía lo comido (así de fina soy yo), y de repente apareció en la pantalla un hombre de 50 años con una pinta de empotrador que a mí casi se me cayó el teléfono al váter. Evidentemente le di like, pero me quedé un poco rayada porque tenía la sensación de haberle visto antes.

Pasaron un par de días y el madurito empotrador no me devolvió el like, así que a otra cosa mariposa. Yo seguí a lo mío, pero como ningún otro perfil lograba despertar mi cachondismo interior, acabe dejando de lado el Tinder.

La cosa es que el 19 de marzo, día del padre en España, mi antigua mejor amiga del colegio subió la típica foto dedicada a su padre, aunque él no tiene Facebook (ya me diréis qué sentido tiene eso más allá del postureo, pero bueno).

“COÑO… Este no es… El empotrador cincuentón del Tinder.”

Me metí corriendo en la aplicación de Tinder para ver si volvía a salirme su perfil o algo y así poder confirmar las sospechas, pero no me hizo falta ni ponerme a buscarle de nuevo porque CHAN CHAN CHAN… ¡Me había dado match!

“Hostia, que sí que es él… ¿Qué hago? ¿Sabrá quién soy? ¿Se acordará de mí? Qué turbio todo.”

La idea de que un señor que me vio crecer me tirase los trastos no me molaba mucho, pero le hablé como si no le conociese de nada para tantear el terreno.

– ¡Hola!

– Buenas, ¿qué tal?

– Pues muy bien, aquí trabajando. ¿Y tú? Por cierto, ¿cómo tardaste tanto en dar like? ¿Te gusta hacerte de rogar? Jajajaja

– Jajaja, es que uso poquísimo esta aplicación. ¿De dónde eres?

“Bueno, me ha preguntado de dónde soy, así que o finge de puta madre o no se acuerda lo más mínimo de mí.”

Y el señor cincuentón y yo empezamos a hablar día y noche. Nos entendíamos de una manera brutal y se notaba que las ganas de echarnos un polvazo traspasaban la pantalla del teléfono. Al final ocurrió lo que tenía que ocurrir: quedamos (y no una ni dos, sino varias veces).

Él no me dijo nunca que tenía una hija y yo no le dije nunca que sabía que la tenía. Simplemente quedábamos en su casa o en la mía, follábamos como animales, y nos quedábamos hablando de cosas de la vida sin importancia durante horas.

En una de estas sesiones de sexo desenfrenado, alguien llamó a su timbre. Él, extrañado, fue a ver quién era. Yo intenté pegar la oreja pero tampoco escuché nada del otro mundo.

– Espera un momento aquí que va a venir una persona a por una cosa que se dejó en mi casa.

Uyyy… Eso de una persona me sonó fatal. Sólo podía referirse a tres personas de esa manera: su camello, su amante o su hija, y resultó ser esta última.

Escucho que una voz femenina entra en la casa preguntando por su DNI, que se lo había dejado al señor cincuentón para una cosa de la Seguridad Social.

“Vale, un camello no te da su DNI, y una amante tampoco… Tiene que ser su hija fijo.”

Total, que empiezo a escuchar cómo se acercan a la habitación. Oigo como él le dice que no entre y cómo ella se cabrea porque él no la deja entrar.

– Que no, que ahí no tienes el DNI.

– Pero búscamelo al menos, que igual lo tienes en la cartera.

– Bueno, pues lo busco y te lo doy mañana.

– ¿Pero por qué no quieres entrar en la habitación?

Yo me vestí corriendo y me puse a buscar cualquier posible escondite en el que entrase mi culo. Spoiler: no me dio tiempo porque la muchacha, cabreadísima, abrió la puerta de golpe.

Ella – ¿Maica?

Él – ¿Os conocéis?

Yo – Un poco…

Ella – Papá, es Maica. Maica mi amiga Maica.

Él – ¿Eres Maica?

Yo – Soy Maica.

Parecía una puta película, así os lo digo. Y como era la situación más tensa en la que me he visto en mi vida, decidí marcharme con la excusa de que tenía que ir al veterinario a por una antiparásita para el gato. Por desgracia el señor cincuentón no me volvió a llamar y mi antigua mejor amiga me borro del Facebook.

 

Anónimo

 

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