Yo siempre he creído en los flechazos, en ese amor a primera vista, pero no siento las mariposas en el estómago, mis mariposas son vaginales y mi príncipe no es el hombre perfecto impoluto, de típica película americana que pega a tu puerta con carteles declarándote su amor ( aunque esa escena de love actually mola mucho). Me gustan los bohemios, los que no conocen el uso del peine, con barba , mucho pelo (que donde hay pelo hay alegría), desaliñado con una “ pedraíta” buena en la cabeza.

Después de muchos meses de sequía por odio al género masculino (esa etapa que pasamos algunas cuando nos dejan y encima el que nos deja es un cabronazo) me coloqué mi coleta alta, mi vestido de lunares, mis labios rojos y me fui a la feria de mi pueblo. De pronto, lo vi. Esos pelos locos que no sabían lo que era un cepillo y una mascarilla hidratante, su camiseta básica con un agujerillo, su barba. Venía de Lisboa, de trabajar allí en proyectos de cultura, le encantaba ir de un sitio a otro, era mi bohemio. En ese momento no sentí la mariposa, sentí la metamorfosis de kafka entera en mi vagina, él sería el padre de mis hijos. Esa noche hubiera fecundado a mi criatura, pero aunque he dicho donde hay pelo hay alegría , para la primera vez con el padre de mis hijos prefería no tener un toto e ingles hipster, así que aplacé mi noche de pasión.

 

Por fin llegó el momento, tenía una casa vacía , él ya se iba al día siguiente, sería mi coito de despedida de película. Me pongo monísima y me subo al coche. Al entrar lo primero que me suelta, “ tengo una mala noticia, bueno quizás te parezca regular” se crea un silencio ( ojalá ese silencio hubiera sido eterno) “ me ha salido un grano enorme en la cara”. Pero si aun él pensaba que no había creado un morbazo impresionante, se dijo a si mismo, voy a ponerla a 100 para que ya llegue al éxtasis en el coche “ Me he estado apretando, pero que va, no me ha reventado, mañana me saldrá el pus”. Bueno aun queda noche, solo ha sido un mal comienzo. Llegamos a casa y al sentarnos me pide camomila, umm eso es lo que mi madre me echaba en el pelo para unos reflejos rubios inexistentes, quería una infusión de camomila, una puta manzanilla de toda la vida, ¿ qué tenía la barriga mala o eso sirve para secarse el grano? El erotismo crecía por momentos, pero yo aun no perdía la fe de la remontada de la noche. Empezamos a charlar, se me acerca, por fin empieza lo bueno , me besa y… no me lo puedo creer ¡¡¡¡¡¡HUELE A CEBOLLA!!!!!!!! Pero no un ligero olor de haber comido cebolla frita, olía a haberse comido una plantación entera de cebolla cruda, de que del olor ya me hacía llorar los ojos ( o quizás quería llorar de lo penoso que estaba siendo todo) pero él me encantaba, me digo a mi misma, venga no pasa, a mi me gustan las ensaladas, será como comer una ensalada de la huerta.

Pero ya entré en un bucle en mi cabeza de cebolla, grano semireventado, manzanilla ( eso lo que me hubiera hecho falta a mí, porque tenía ya el estomago revuelto) me pongo de espaldas, pero ya la cebolla estaba en mí, así que fue todo un desastre.

Al marcharnos, encontré en mi bolso unos chicles ( a buenas horas) le ofrezco uno y me contesta que le dan asco los chicles y no le gusta que la gente coma… ¿ Perdona? Te dan asco los chicles y no la cebolla cruda, así nos va. Así que por fin, me llevó a mi casa y si, hubo escena de beso de despedida ( joder cuantas horas dura el puto olor a cebolla) y seguidamente me dijo “si vas por Lisboa me avisas” ; “ Umm lo dudo” ( mierda, eso si lo pensé en voz alta).

En fin, veces los flechazos se desvían, pero que nunca se pierda la esperanza , ni que falte un paquete de chicles y dentífrico en vuestro bolso.

Lady Calety