Ligué, un tío de lo más normal, que era lo que yo, por favor, andaba buscando, porque el panorama está como para encontrar a alguien normal. La primera noche fuimos a mi casa y ni tan mal, disfrutamos los dos de buen sexo, de risas y casi que empecé a sentir cierta complicidad. 

Que miedo me daba pillarme y que luego salieran las taritas a relucir, pero parecía que no, que este chico estaba dentro de mis parámetros de lo que se podría considerar normal. Ilusión era la palabra prohibida en esos momentos, pero nunca he podido frenarme.. 

Quedamos varias veces más para hacer cosas chulas, del rollo de ir a una exposición de esas interactivas y tomar un café en el sitio nuevo de moda , hasta que una noche me llevó a su casa. 

 

Habíamos cenado y bebido vino de más, lo normal en estos casos. Su casa era bonita para un tío soltero, vamos que pobre no era pero en un palacete no vivía. Nos recibió su perro, un precioso boxer que me robó el corazón desde el primer lametón. Los perros y yo nos encantamos mutuamente de toda la vida, eso era un punto a mi favor si mi ligue era animalista, el tema de ser vegetarianos no lo habíamos hablado pero estaba dispuesta a todo esta vez.

Me sirvió vino, nos sentamos en el cómodo y enorme sofá, el alcohol flotaba en mi cabeza y en el ambiente, nos empezamos a enrollar. Ya habíamos tenido sexo, no íbamos a hacer nada nuevo, o bueno si, pero que no era la primera vez y sus nervios. Me tiró en la enorme cama, se empezó a desnudar, nos acariciamos, me besó el cuello, giré la cabeza y el perro estaba ahí, en la puerta mirando.

Paré en seco, sin decir ni mu señalé al pobre pero él no entendía nada, vamos que debía estar acostumbrado a que su preciosa mascota mirara mientras él se trajinaba a quien fuera, no iba a ser yo la primera en probar ese colchón. El tranquilo animal no hacía nada, solo miraba, pero yo no me sentía a gusto con esa mirada.

Me vino un deja vu de cuando eres pequeño y pillas a tus padres haciendo cosas que no sabes qué son pero te parecen raras porque ellos reaccionan mal. Yo tengo recuerdo de escucharlos de muy pequeña y lo mismo es que tengo ese traumita ahí dentro que no me deja montármelo con un perro mirando.

 

Mi futuro proyecto le dio al perro orden de largarse y se volvió a ocuparse de lo que de verdad importaba. Yo intenté concentrarme en su cuerpo pero no pude, se me hacía imposible no pensar que el perro estaba ahí paralizado con sus ojos clavados en nosotros.

Mi cabeza me la jugó en plan y si salta ahora a la cama, y si se acerca, y si empieza a hacer ruiditos como nosotros, y si se pone a follarse un cojín, o peor, mi pierna mientras su humano me está follando a mi.

 

Nada que no me ponía a tono por mucho intento que hiciera. Se cabreó y echó al pobre animal de la habitación y cerró la puerta, me sentí mal, el perro me iba a coger odio eterno después de esto. El remedio fue casi peor, el animal empezó a aullar como de lamento, se me partió el corazón, ya si que no pude evitar levantarme, ponerme la camiseta  y salir a calmar al peludo.

Al señorito pareció no gustarle que priorizase al perro o que no fuera capaz de concentrarme, así que se puso borde y yo me acabé largando de allí.

 No volvió a dar señales, una noche aburrida en casa le escribí y contestó de forma seca, ni que le hubiera preguntado por el perro, jaja. Menos mal que ya me tomo estas cosas como de otra forma y mi moraleja fue que ese tío no era para mí, lo mismo su perro sí.

 

 

Anónimo

 

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