Lo primero que quiero decir es que me encantan vuestros follodramas. Me río muchísimo con ellos y hoy os vengo a contar el mío para que veáis que no estáis solas y que todavía queda por ahí fauna autóctona de Tinder digna de mención.  Después de una laaaaarga y fría soltería decidí volverme a instalar Tinder para darme a los placeres carnales porque el satisfayer está muy bien, pero una ya echaba de menos un poco de morcilla de burgos en condiciones.

Mi móvil al ver que me he vuelto a bajar Tinder

Estuve revoloteando como una mariposilla entre varios match que a) no tenían fotos pescando,  de senderismo por la montaña o explotando perretes para hacerse un book completo de fotos, pero lo cierto es que hubo particularmente uno que me gustó bastante. Físicamente teníamos una química bestial y me encantaba follar con él pero es que además me apetecía conocerlo en otros ámbitos que no fuera con su cara enterrada en mis piernas comiéndome la parrusa.

follodrama

Como habíamos hablado muy al principio que ninguno de los dos quería nada serio y yo tampoco es que me quisiese casar con él o que fuera el padre de mis hijos, me rayé bastante y estuve un par de semanas que si sí y no con el tema de decirle que me estaba molando y que si quedábamos para ir al cine o para hacer algo guay fuera de su casa.

Al final mis amigas acabaron ayudándome a dar el paso y aproveché que habíamos quedado en mi piso para hablar después del follisqueo.  Le dije que estaba a tope de a gusto con él y que me apetecía hacer algún plan con él que no implicara sexo de por medio (o si lo incluía que fuera al final, jeje)

Y él va, con todos sus santos huevos, y me responde que si tengo miedo de perderlo.

follodrama

Pero la cosa no acaba ahí, amigas. OJALÁ porque el amigo – que es el tío más romántico del mundo- me dice que no tengo nada de lo que preocuparme y que sería incapaz de dejarme porque tenía el chocho más prieto de su historia y eso no se encuentra fácilmente.

YO

UN CHOCHO.

BUENO, UN CHOCHO PRIETO, QUE POR LO VISTO NO ES LO MISMO que un chocho normal.

Me cabreó tanto que yo estuviese planteándome conocer a semejante babuino (con perdón de los animales por la comparación) y él estuviese sólo preocupado por eso que le di puerta y hasta día de hoy no he vuelto a saber nada más de él. Supongo que seguirá rehuyendo de chochos colganderos.

Por lo menos, me dio para escribir este follodrama y saber cómo tengo el toto.

Anónimo

 

Envía tus follodramas a [email protected]