Esta es la historia de cómo un fulano me la intentó meter por el clítoris. Os cuento.

 

Hace ya algunos años que me apunté a la moda de las citas online (estaba muy sola y necesitaba meneo, qué queréis que os diga). Total, que muy valiente yo, entro a adoptauntio, completo mi perfil y comienzo a echar el ojo a algunos “productos”. Me topé con varios especímenes hasta que le conocí a ÉL.

Un tío educado, que le encantaba viajar, profesor de inglés, guapo, con unos ojos de “holaquétal”, en fin, el candidato perfecto hasta para sentar la cabeza (¿he dicho yo eso?).

Estuvimos varios días hablando por WhatsApp hasta que llegó el día D a la hora X. Quedamos en el centro de la ciudad y paramos a tomar un café. Soy de las que piensan que una buena conversación se entabla con café. Pero ahí no había ni conversación ni había nada. No fluía. Así que pensé, bueno chica, al final no vas a sentar cabeza, pero el polvo llévatelo.

Tras el café desastroso decidí llevarlo al rinconcito romántico del pueblo. Ahí empezamos a meternos mano, con familias de guiris paseando por allí. Y cuando ya iba a pasar de ser amorcito en el banco a película porno, nos fuimos al descampado de turno en su coche.

Aquí empieza el drama real nenas, no todo iba a ser un camino de rosas. Asientos de atrás, agosto, verano, sur de España, no sé si lo pilláis pero estábamos empezando y aquello ya era un hervidero.

Cuando ya nos manoseamos todo lo que pudimos y más, fue a entrar al tema y me la quiso meter por el clítoris. ¡¡¡POR EL CLÍTORIS!!! Y yo ahí en plan, rey de mi vida como me la consigas meter por ahí en vez de llevarme al huerto, donde me vas a tener que llevar es al hospital. Así que tuve que tomar las riendas, y cuando entró no sentía nada, NADA. Y no me refiero a sentir en el rollo romántico, si no a no sentir su pirulo en mi vagina. Cuestión de anchura. Él se corrió tan a gustito y yo me quedé sin orgasmo. Se dio cuenta y pasó a tocar el arpa. Aunque más que el arpa, parecía que estaba tocando la guitarra, pero al estilo guitarra eléctrica en un concierto de lo más rockero posible. Yo me quedé cachonda como una mona y sin correrme.

Tras el desastre, me soltó cerca de mi casa, ya sabéis, nunca se le dice a los extraños dónde vive una señorita. Aquella sería la última vez que le vería, me dije, pobre ilusa. Repito, pobre ilusa.

Dos años después, yo estaba estudiando un ciclo formativo de grado superior y las clases eran en un instituto de educación secundaria. Un día aleatorio, lo vi en la cafetería donde solía desayunar en mis recreos. Y lo vi sentado con varios profesores del instituto. ¿Adivináis quién daba clases en el mismo lugar donde yo estudiaba? El mismo señor que casi me mete la polla por el clítoris. Dos años estuve cruzándomelo por los pasillos.

Así que, chicas, un consejo sabio de alguien que ya ha sufrido bastantes dramas en su vida. Si vais a follar con un profesor, al menos aseguraos de no estudiar el próximo año, porque os lo vais a cruzar seguro. Murphy es así.

Lara.