Si, como lo oyes. Estábamos en plena faena y me pidió que le meara en el pecho.

Rebobinemos y empecemos las cosas por el principio:
Llevaba saliendo con un chico el tiempo prudencial como para abrirnos y contarnos nuestras fantasías sexuales rarunas. Lo típico, que sí me gustaría hacer un trío, que si me gustaría follar en el Empire State, que sé yo… esas cosas que se nos pasan por la cabeza ¿No? ¡PUES NO! Él se masturbaba pensando en que le mearan encima. “Imagínate estar empalmado a muerte, follando a tope y que te meen calentito en la cara y en el pecho” Me dijo un día. Y yo “Ya, bueno… claro, si, jo…

El caso, que hablábamos de nuestros fetiches pero no los poníamos en práctica, hasta que un día ¡LLEGÓ EL DÍA! El día del PIS.
Sábado por la noche, salimos a cenar y en menos de dos horas ya estábamos de vuelta a su apartamento montando escándalo a empujones contra las paredes. Qué rico se folla cuando se folla rico ¿eh?

Lo dicho, estábamos en pleno asunto: yo contra la pared de su pasillo, con el pelo revuelto y los brazos levantados contra la pared. Él estaba delante de mí, sujetándome con un brazo una de mis piernas y la otra mano apoyada contra la pared y sí. Parecía que quería echar la puta casa abajo con cada empujón. ¡Madre del amor hermoso que maravilla! Me estaba deshaciendo entera cuando él para y me dice “Por dios, méame en el pecho por favor y se echa al suelo de su piso con una erección monumental. Yo pensando «¿Esto está pasando?» Si nena, me pidió que le meara en el pecho.

A ver, cada uno que haga lo que le salga del anito, pero tirarse así al suelo y pedirme pis ¿Qué violento todo no? ¡Qué no soy un rinoceronte! No sé ¿Tu puedes mear cuando quieras? ¡Yo no!

Levántate anda” Le dije con una sonrisa esperando disuadirle. Entonces él se medio incorpora, me coge de la mano, me acerca a él y me dice “Por favor, quiero correrme mientras me echas tu pis por encima”.

En menudo marrón me he metido” Pensé. Él me insistió mucho y yo… yo no quería decepcionarle, sé que era una de sus mayores fantasías, pero claro imagínate ¿Cómo voy a mear en la casa de alguien en pleno pasillo? ¡El suelo era de madera! ¿Y qué, desnuda de cuclillas sobre él? Toda la situación la veía rara, poco natural y cómicamente incómoda.

Le pedí que al menos fuéramos a la ducha, él se levantó rápido, dio al agua y se sentó en una silla que tenía dentro de su ducha (la ducha era enorme). Me pidió que apoyara mi pie en su rodilla y que le echara todo por encima. Yo fui decidida y aparentemente segura de mi misma, me moje el pelo, le besé, le puse la pierna encima y ¡NO PUDE TIÓ!

No tenía ni una sola gota de pis para echar. Eso, o mi cuerpo se negaba por completo a mear sobre otro ser humano (que no lo descarto) y allí nos quedamos, en la ducha, en completo silencio, el masturbándose y mirándome el chichi esperando recibir un pis que nunca llegó.

¿Pero sabes lo que hice? Preparamos un té y fingimos mi pis ¡Lo sé, llámame MacGyver!
Él se quedó medio contento con el experimento aunque me lo pidió reiteradamente en próximas citas erótico-festivas. Pis no sé, pero que el chico probó toda la sección de infusiones del Mercadona ya te digo yo que sí.

Anónimo

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