Lo que vengo a compartir con vosotras no tiene nada de dramático, puesto que es uno de los momentos más excitantes que he vivido en toda mi vida. Puede que alguna se lleve las manos a la cabeza, puede que penséis que se trata de una historia falsa y puede que os parezca lo más antierótico del mundo. Sea como sea, os puedo asegurar que es cierto y que cada vez que pienso en ello me excito como si estuviese viviéndolo de nuevo.

Hace un par de semanas más o menos decidí dar una fiesta para ver Eurovisión e invité a mi mejor amiga, a la que llamaré María. Ella vive en Barcelona, pero de vez en cuando viene a mi ciudad por motivos de trabajo y siempre se queda en mi casa. Digo mi casa aunque es tan mía como de mi novio. El caso es que es grande y tiene dos dormitorios, así que no nos importa en absoluto invitar a gente de vez en cuando.

Esta vez su visita no tenía nada que ver con el curro. El objetivo era reírnos del festival, hacer una porra, beber chupitos y pasarlo bien. Al final nos reunimos unas diez personas, entre ellas María y su novio, al que llamaré Adrián, que también se iba a quedar a dormir en casa.

El caso es que al acabar Eurovisión cada mochuelo se fue a su olivo y mi amiga, su novio, mi novio y yo nos quedamos en casa bebiendo cerveza y vino. Aproximadamente eran las 3 de la mañana y mi novio y el novio de María se pusieron a hablar sobre sus movidas mientras ella y yo nos desmaquillábamos y nos poníamos el pijama. Entre broma y broma nos metimos en la misma cama como cuando éramos pequeñas y nos pusimos a cotillear en Instagram.

De repente mi novio y Adrián se dieron cuenta de que llevábamos media hora a nuestra bola y Adrián fue al baño a ver si seguíamos allí, pero al pasar por delante de la habitación nos vio metidas en la cama. Era todo muy inocente, no os vayáis a pensar cosas raras. El caso es que le dio envidia vernos tan cómodas y se metió en la cama. Mi novio hizo lo mismo.

Estábamos los cuatro apretujados viendo un vídeo tonto de YouTube cuando empezamos a bromear sobre sexo. Al parecer la conversación animó a mi novio, que empezó a meterme mano sutilmente -o eso pensé yo-. María y Adrián se dieron cuenta de lo que estaba pasando bajo las sábanas y lejos de incomodarse e irse a la habitación de invitados, empezaron a hacer lo mismo.

No me digáis cómo pasó, pero pasó. Mi mejor amiga de toda la vida y yo estábamos follando en la misma cama, cada una con su respectiva pareja. Lo lógico sería que nos hubiese resultado extraño, pero fue todo tan natural que nadie puso el freno, y acabamos corriéndonos y riéndonos por lo absurdo que era todo. No nos lo podíamos creer, pero había pasado.

Se fueron a dormir y al día siguiente nos despertamos, desayunamos y comimos juntos. Yo pensaba que por vergüenza ningún comentaría nada de lo que ocurrió, pero en un momento en que nos quedamos a solas ella abrió la veda y dijo que le había molado mucho. Yo le dije que a mí también y nos reímos.

Seguramente esta historia se quedará en una anécdota aislada y nunca volvamos a repetir, pero quién sabe. Sea como sea, yo la recordaré siempre con cariño.

Marta S.

Envíanos tus follodramas a [email protected]