Tengo síndrome de la bata blanca, no lo puedo evitar, me dan miedo los médicos y si puedo evitar ir lo evito. Con todas mis fuerzas, he aprendido a sobrellevar muy bien el dolor con tal de no sentarme delante de ellos. Pero os escribo porque esta vez ha sido diferente. El día que fui al ginecólogo y por primera vez en mi vida me trató bien.
Soy gorda desde que tengo uso de razón, mido un metro sesenta y peso cien kilos. Jamás he podido adelgazar y llevo una vida sana, una dieta mediterránea y hago deporte cuatro veces por semana. Pero eso a mi cuerpo se la suda, él sigue sin bajar ningún kilo.
No es algo que me preocupe, sinceramente. Tengo unos análisis estupendos (los cuales siempre va a recoger mi madre), yo me encuentro bien físicamente y me gusta mucho como soy. Eso no quita que cada vez que me siento delante de un médico y me mira con condescendencia, me cago por la pata baja.
Vaya con la dolencia que vaya la película siempre es la misma. «Tienes que bajar de peso». «Todos estos problemas de salud son debidos a que te sobran kilos». «A día de hoy puede que estés bien, pero el día de mañana te pasará factura…»
Siempre salgo de ahí hecha una mierda, convencida de que soy una basura y con el propósito adelgazar.
Cuando yo conozco a mi cuerpo perfectamente y sé que no, que mi cuerpo no adelgaza, que mi cuerpo se mantiene, que se pierde dos kilos, luego los recupera sin tener que hacer yo nada para merecerlo. Tengo la autoestima estupenda, el amor propio al punto, pero nada, que cuando me enfrento a médico se me desinfla todo porque son ‘autoridad’ y me rompo.
Contaba la leyenda que en un pueblo cercano al mío había una ginecóloga que trataba a las gordas como personas, que no daba por sentado que te inflabas a hamburguesas y que te creía cuando le decías que ibas al gimnasio. Sin mirarte con cara de Señorita Rottenmeyer ni nada eh, muy fuerte.
El caso es que yo no voy al médico jamás, pero una amiga mía que tiene un cuerpo parecido al mío, que se cuida como yo y que no adelgaza tampoco fue y salió de allí super contenta, así que nada, después de insistirme mucho y de yo prepararme, allá que fui con el corazón encogido.
Me senté, se presentó, me hizo preguntas sobre mi tipo de vida, tomó nota de todo y en ningún momento noté ni medio juicio. Simplemente me escuchaba y apuntaba, muy fuerte. Después me dio una bata, me pidió que me desnudara íntegramente y que me la pusiera. Salí de allí y empezó a hacerme todo tipo de pruebas.
Me explicó TODO, todo lo que estábamos viendo en la pantalla, la anatomía de mi cuerpo por dentro, lo que veía de manera objetiva, las conclusiones que ella sacaba y en qué se basaban esas conclusiones. ¿Lo mejor? Lo explicó para que pudiera entenderlo yo, que no tengo ni ida de medicina.
Me dijo que tenía SOP, me contó qué es Síndrome del Ovario Poliquístico, por qué podía ser ese el origen de todos mis males y cómo intentaríamos atajarlo. Me quedé de piedra, os lo juro. Primera vez en mis 32 años que un médico me trataba así, como supongo que debe ser lo normal.
Me empezó a explicar el tipo de dieta que tenía que llevar para poder combinarlo con el tratamiento que me iba a poner. Le dije que todo eso ya lo sabía, le terminaba yo las frases y me dijo ‘cariño, tú ya sabes perfectamente qué puedes comer y qué no, para qué vamos a perder el tiempo explicándote algo que ya sabes’.
‘Sigue así, tómate estas pastillas y estas otras, hazte un análisis completo y pide que te miren el índice de insulina, eso lo tendrás que hacer por la privada porque la pública no lo hace, habla con este chico que es nutricionista especializado en SOP y trabajamos los dos de manera conjunta en tu casa, ya verás qué bien nos va’.
Yo estaba anonadada. Salí de ahí sonriendo, como si por primera vez en mi vida hubiera aprobado un examen. No es que fuera simpatiquísima, monísima o me tratara especial, simplemente fue una profesional, que me habló como una profesional y que me trató como una profesional. Best experiencia ever.
Así que nada, como también hay que compartir las cosas bonitas, aquí os la dejo <3
Foto de Tima Miroshnichenko en Pexels