Y no me refiero a perdida porque seamos unos vagos o unos improductivos, no. Es que estamos perdidos. Hay un socavón entre lo que se espera de nosotros y lo que la realidad nos ofrece (en este caso, el mundo laboral).

¿Somos la primera generación que vive peor que sus padres? ¿Somos unos quejicas? Mi conclusión es, que depende de lo que te guste a ti la estabilidad y los planes a largo plazo.

Así en general, crecer/hacerse mayor/entender la vida y los sin sentidos que ella trae, es cuanto menos, duro. (Oh ñoñoño)

Cuando eres pequeño piensas en todas las cosas que no paran de repetirte que no puedes hacer porque no tienes edad, tampoco lo entiendes. Cuando eres adolescente sigues pensando que cuando crezcas, terminarás tus estudios, harás lo que te dé la gana y serás feliz por fin. 

También tus padres te hicieron creer que con esfuerzo conseguirías todo lo que te propusieras. Y así los creíste tú. ¿Quién era el mundo para impedírtelo si eras buena persona/sacabas buenas notas/seguías sus consejos/whatever? 

Pues sí mi alma, el funcionamiento del mundo no se rige por la justicia y la lógica. Y ojalá lo hubiera sabido antes. Y la hostia es tremenda. 

La vida saludándote

En mi caso, tampoco mis padres supieron cómo manejar la situación. Ellos esperaban lo mismo que me inculcaron a mí. Estudia todo lo que puedas, cuantos más títulos mejor, y así saldrás y tendrás un trabajo de prestigio y bien pagado. 

JAJAJAJAJAJAJJA claro.

Para mi sorpresa, cuando me gradué y me saqué todos los títulos, sólo pude conseguir un trabajo de dependienta en rebajas cobrando 5 euros la hora (Si llega) y una buena hostia. 

Lloraba continuamente, sentía pena por mí misma (Cómo he podido terminar aquí cuando estoy trabajando con gente que sólo le importa hacerse las uñas de gel o ahorrar para ponerse unas buenas tetas?). Hostia de realidad, cariño. Nadie es menos que tú por tener menos estudios.

El sentimiento de fracaso fue extremo. Yo quería un trabajo de lo mío, claro, como todos.

No paraba de repetirme: Eres joven, es normal, disfruta de lo que tienes ahora, sé agradecida, paciente y todo llegará. ¿Cómo voy a disfrutar con 12 euros en la cuenta? Si tenía más dinero ahorrado en la comunión que con 25 añazos?

No sé cuantos currículums llegué a enviar, pero si me dieran un euro por cada uno os juro que mi casa sería mejor que la de las Kardashian.

Y ves que a tus compañeros los contratan en empresas que ya te gustaría a ti ¿Por qué? Sinceramente, no sé qué estaba haciendo mal. Ahí aprendí que compararse con tus semejantes es de lo peorcito, porque tienes las de perder siempre. 

Y ahí estás tú, con tu pijama de felpa en el sofá un lunes, martes, miércoles, jueves y viernes mirando cómo le brilla la calva al de Arusitys por las mañanas. 

Y un día, me llamaron. ¿Y sabéis qué? Ahí no se terminaron los problemas, porque entró en juego la precariedad, la explotación y el maldito síndrome de la impostora. 

Pero eso dará para un siguiente capítulo.

Cristina N.