Gente que te encuentras en un spa

Los spas son lugares que me generan un sentimiento de amor-odio. Es cierto que cuesta mucho hacerle ascos a un sitio en el que tienes una combinación de luces y piscinas a temperatura ambiente ―en ocasiones con hilo musical y aromaterapia incluido― y donde normalmente vas con gente cercana, por lo que lo de estar medio en bolas y a poca distancia no supone un problema.

No obstante, a veces la gente no termina de ser del todo respetuosa con los demás y pierde de vista el objetivo de ir a un spa, lo que supone verme en situaciones incómodas: miradas inquietantes, saltos en bomba, usurpación de jacuzzi… vamos, que acabo saliendo de allí más tensa que un pavo en Navidad. 

Hay gente que acude a los spas en manada y colonizan el espacio. Igual tú tienes una hora de sesión y ellos ocupan el jacuzzi durante 45 minutos. Algunos salen, entran… pero la mayoría permanece para que no les roben el sitio. Es muy similar al fenómeno ‘dejar las cosas en as tumbonas de la piscina’ y ambos suelen darse en hoteles, curiosamente.

spa

También hay cierta predilección por usurpar los chorritos. Hablo en plural porque en las piscinas convencionales hay un chorro único, a lo sumo dos o tres si es grande, y sueles localizarlos fácilmente porque suele haber señoras plantando la espalda (u otra cosa) ahí delante. En cambio, en los spas suele haber piscinas específicas de chorros con cambios de presión, temperatura… suelen estar cotizadas, la verdad. 

Otra cosa que me choca bastante es la gente que se habla a gritos en un spa. Se supone que uno va a relajarse, pero es complicado si María José no oye que su hija la está llamando porque se le ha quitado el gorrito de natación y la pobre niña no atina a recolocárselo. Es probable que María José sea una de las colonizadoras del jacuzzi y el burbujeo le impida oír a su niña.

spa

Poca broma, cuando desactivas los chorros es como si apagaran una campana extractora. La ingeniería mal. También te digo que dejarás de empatizar con la niña en cuanto salte en bomba a la piscina principal y te salpique toda. Y ahora es cuando decís: “Anda ya, qué exagerada, si eso no lo permiten en un spa.” En el último al que fui SÍ. No tengo en nada en contra de que llevéis a vuestras criaturas, pero controlad un poquito lo que hacen, please

De todos modos, que los más peques hagan esas cosas no me perturban tanto porque, al fin y al cabo, son críos, pero cuando los mayores actúan así… no respondo. Hay gente con muy poco sentido común que ve que te pones en un ladito de la piscina de chorros o que estás haciendo cola para una ducha escocesa y se te pega.

spa

¿POR QUÉ? Sois desconocidos, estamos semidesnudas, ¿qué necesidad hay? Hay gente que se ve que lo hace sin maldad, claro, pero también he visto tiparracos aprovecharse de la situación y me ha dado mucho asco. Igualmente, aunque no soporto demasiado ni la sauna ni el baño turco, la gente entra ahí y se te sienta al lado. Está vacía, hay dos personas, y tú vas y te sientas A SUDAR a su lado. Llamadme rara, pero todo lo que implique la invasión de mi espacio personal me perturba un poco.

A pesar de todos los comportamientos erráticos que he presenciado me siguen gustando los spas. No para ir todos los días, desde luego, pero sí de forma puntual. Al final te mentalizas de lo que te vas a encontrar y, a no ser que vayas en temporada baja (eso hace mucho) asumes que estarás expuesta a salpicones varios, roces indiscretos y acercamiento invasivos.

Como bonus, os digo, que lo más raro que me ha pasado en un spa es que un señor me lanzó una naranja a la cabeza. Fue en una piscina de aromaterapia. Sí, había naranjas flotando por toda la piscina. Sí, parecía un parque de bolas/ una bolsa de pelotazos gigante. Me dijo literalmente: “Perdón por el naranjazo”.

 

Ele Mandarina