Vamos a ver, una cosita. Está claro que no todos podemos ser el Dalai Lama o, en su defecto, una ameba. Que no todo nos puede resbalar y que hay momentos en los que la ira nos invade. Estamos de acuerdo.

Pero estoy hasta el mismísimo coño de escuchar el típico “Es que él/ella/yo es/soy así” como justificación ante faltas de respeto y muestras de maltrato verbal.

Utilizo este artículo para hacer un llamamiento a todas las personas que estén saliendo con gritadores profesionales. Abrid los ojos: los gritos son una agresión.

A mis 35 años ya he pasado por dos relaciones en las que mi pareja me gritaba sin ton ni son. Yo, que soy lo que ahora llaman Persona Altamente Sensible, lo he llevado como he podido. Mi última pareja, por ejemplo, tenía un problema evidente de gestión de la ira y, aunque normalmente se iba de casa para darse hostias contra las fachadas del vecindario, a veces soltaba esa ira gritando.

Y, aunque me hacía sentir fatal, el enamoramiento tóxico me dejaba pensativa. “A lo mejor no me gritaba a mí, sino en general, por el acaloramiento de la discusión”. “Le pierden las formas, pero tiene buen fondo”. “Que yo sea educadísima no me da derecho a exigírselo a él”. Y mierdas así. Vamos, que le intentaba justificar.

violencia

Cuando, por efecto del alcohol u otras drogas, los gritos subían aún más de tono e iban acompañados de lanzamiento de objetos al suelo, a mí me daba por llorar. Es algo que no puedo evitar: llorar es mi manera de expulsar energía. Y esto lo hacía todo mucho peor, porque él me acusaba de querer dar pena y se cabreaba aún más.

Una de esas veces, mientras me gritaba en medio de un bar, me puse a llorar y me espetó delante de sus amigos y familiares que le estaba haciendo parecer un maltratador.

Pista: SÍ, lo eras. Al menos en ese momento, me estabas tratando mal.

Y, aunque una persona así asegure que lo hace sin darse cuenta o sin mala intención, la verdad es que lo está haciendo, consciente o inconscientemente, con alguno de estos fines (o con todos):

  • Sentirse por encima de ti para tapar sus complejos.
  • Darle peso a su argumento por encima del tuyo.
  • Lograr que le lleves la razón sólo para acabar la discusión.
  • Conseguir que no le quieras llevar la contraria nunca más y tenerte, de algún modo, sometida.

maltrato

Por eso, si tu pareja te grita con ira de manera continuada y en cualquier discusión, evitar pensar que ha sido algo pasajero, o que la tensión del momento lo justifica: NADA JUSTIFICA LA VIOLENCIA VERBAL.

No es nuestra labor excusar un comportamiento de mierda. Y el fondo no justifica las formas. ¿Es pedir tanto encontrar a alguien que cuide ambas cosas?

La próxima vez que alguien te ponga “Yo soy así” como excusa, la respuesta es fácil: Ok. Pues no quiero una persona así de mierdera en mi vida. ¡Que te den! (Esto último gritando, claro. De vez en cuando está bien dar a probar de la misma medicina).