El ir a echarse las cartas es algo muy nuestro. Seas o no creyente de sus misterios todas conocemos a alguien que ha ido con más o menos recelo. Cuando lo cuentas se suele hacer en petit comité porque no quieres que te tachen de incrédula, pero incluso tu amiga más escéptica tiene curiosidad por saber que te han dicho.

Y es que esto es algo de toda la vida, de nuestras madres, de las abuelas, de las vecinas…Todas lo conocen con más o menos cercanía. Seguro que por tu zona si preguntas hay alguien que lo hace, de quien se rumorea, o quién se dedica a ello públicamente. Luego está la cosa de irse fuera de la ciudad a echártelas, es más incómodo pero tiene su atracción. No sé si porque le da como un valor más ancestral, o porque te aseguras de que donde vayas no te conozca nadie.

Yo me destapo, he ido. Es más yo tengo mis propias barajas, forman parte de mi tesoro personal. Soy una maruja muy mística. El mundo de la brujería y las energías me ha atraído desde pequeñita y mi niña interior se aferra a él, no pienso arrebatarle algo de lo que disfrutamos las dos.

Tengo una amiga que ha sido asidua de las tiradas de cartas durante mucho tiempo, de hecho tenía la costumbre de ir cada vez que empezaba a conocer a un chico. Yo no sé si llegaban a acertarle mucho con referencia al amor, pero que una vez la bruja en cuestión le dijo que tenía la lavadora rota y era verdad. No, no se conocían, ni vivían cerca, y mi amiga no iba con ropa sucia. Me quedé pasmada, en plan…” ¡hostia! ¿Cuál es la carta de la lavadora?”

Entre mis amigas se han dado aciertos de todo tipo, embarazos, cambios de trabajo (incluso acertando en la fecha), encrucijadas amorosas, personas que aparecen desde el pasado para ocupar un lugar diferente, ascensos laborales…

También como bien sabréis hay muchas cosas en las que no se ha acertado, yo misma lo he vivido. Pero como lo que nos suelen interesar son los aciertos misteriosos te cuento el que a mí me ocurrió.

Yo tengo mi amiga bruja. Sí, seguro que si piensas tú también tienes una. Me encontraba hace años sin curro, desesperada porque ya no sabía qué hacer. Escribí a mi amiga y le dije –Nena, mírame el trabajo a ver que ves, porfi– Me llamó y me dijo que veía trabajo con un hombre de mi pasado.

Empecé a hacer cálculos pensando quien podía ser ese hombre, y de repente la luz se me encendió. Recordé el restaurante de un señor en el que trabajé hace muchos años. Me vestí en ese mismo momento y fui hacia allí.

Cuando llegué me recibieron con alegría pues dijeron que llegaba como agua de mayo. Hacía sólo una hora se había marchado la persona que habían contratado como ayudante de cocina porque al final no podía aceptar el trabajo. Empecé a trabajar justo al día siguiente.

Quizás si hubiese exprimido mi cabeza buscando contactos laborales más a fondo se me hubiese ocurrido. Pero es que fue así como lo cuento. En ese mismo momento y ese mismo día. Me gusta ver la magia cotidiana de la vida.

Casualidad o causalidad, la cuestión es que me ayudó. Y aquí te dejo la clave. Quédate con lo bueno, con aquello que te aporte. También te digo que no esperes que te digan lo que quieres escuchar, que nos conocemos…vayas a ir visitando todos los sitios de la ciudad hasta que te digan que va a volver contigo o que va a dejar a su mujer. No te ofendas, pero eso no mola. Eres capaz de distinguir la diferencia ¿verdad?.

Con esto no te digo que tengas que creer en el tarot ni que el destino está escrito. Tenemos libre albedrío y la vida la escribimos nosotras con nuestras decisiones. Pero si eres como yo, que te atraen este tipo de cosas, es bueno que tengas en cuenta lo siguiente. No seas dependiente de lecturas para afrontar tu vida, hazlo con alguien que te de confianza, y que si lo haces no vayas con miedo ni te lleves un mal rato. No te sugestiones. ¡Ah! Y las cosas de salud a los médicos.

Un abrazo de bruja.

Mariló Córdoba.