[Texto reescrito por una colaboradora a partir de un testimonio real]

 

Ya es bastante descorazonador que te dejen por otra persona. Duele, pero, en mi caso, se suma la humillación. Porque me dejó por otra, sí. Pero antes los tuve que ver follando en mi puta cara, y con mis bendiciones y consentimiento, porque lo del trío solo fue una excusa. Un hecho que me ha complicado mucho el duelo de la ruptura, y lo cuento, a ver si me desahogo.

“Cariño, ¿y si hacemos un trío?”

Llevábamos unos años juntos y ya convivíamos. Yo estaba satisfecha con nuestras relaciones sexuales, que no eran ni muchas ni pocas. Daba importancia al sexo, pero no era fogosa por encima de la media.

Cuando él me propuso hacer un trío, me dejó un poco descolocada. Acogí la idea con muchas suspicacias, porque yo no estaba en sintonía con él en aquel momento. Creo que es normal que me surgieran dudas del tipo: “¿Acaso ya se ha aburrido de mí en la cama?”.

Él fue muy persuasivo. Jugó la carta de salir de la rutina y, al final, casi tuve que agradecer que quisiera contar conmigo para cumplir su fantasía y no la buscara fuera y a escondidas. Iba a ser un momento especial para él y quería que yo estuviera, porque tenía plena confianza en mí.

 

Buscó todos los argumentos posibles y me los hizo llegar de todas las formas posibles, así que me convenció y accedí. Pasé por el aro de montarme un trío con mi pareja cuando yo no veía la necesidad, y también acepté que se diera en las condiciones que él quería.

A mí, ya puestas, más me hubiera apetecido ponerme al lío con dos buenos rabos, la verdad. Una también tiene fantasías, y más cuando la otra persona las desata con su insistencia. Y yo me imaginaba como una diosa alabada por dos fieles que quieren rendir máximos honores con placer sin restricciones. La realidad no pudo estar más lejos.

Durante un rato, fuimos tres

No, la trieja no podía ser con otro tío porque, claro, él no se iba a sentir cómodo. Tenía que ser con otra tía. ¿Me veía yo en tales menesteres, teta arriba, teta abajo? Pues no especialmente, pero bueno, puesta a probar…

No iba a ser una tía cualquiera. Tenía que ser una muy concreta, la amiga de un amigo con la que habíamos coincidido un par de veces o tres. Supuse que la escogió porque, por lo poco que sabía de ella, vivía su sexualidad de manera muy abierta, y a mi chico le generaba suficiente simpatía como para querer meterla en la cama con su pareja.

Pues llega el día del trío. Yo nerviosa, él tan excitado que creo que se masturbó varias veces aquel día para durar más. La chica llega a casa, muy simpática y arregladita ella, y le sonríe con brillo en los ojos. Como no me sonríe a mí, claro. Conmigo fue amable tirando a neutral. Como cuando llegas a casa ajena y acaricias al gato porque se roza por tu pierna, sin que a ti te gusten especialmente los gatos.

Aquello no fue el lío de piernas, genitales, saliva y jadeos compartidos que yo esperaba. No fue una negociación continua para que los tres diéramos o recibiéramos placer de un modo cooperativo y más o menos coordinado, no. Aquello fue que ellos se desnudaron, se tumbaron en la cama y comenzaron a enrollarse. Y, de vez en cuando, como para incluir al amigo del amigo que viene de copas por primera vez, me besaban o sobaban sin mucho afán.

Entre ellos había química. Se lo estaban pasando bien mientras yo me esforzaba por subirme a ese tren de placer que pasaba ante mis ojos a toda velocidad. Me espachurró sobre las vías sin que me enterara de nada.

¿Y para qué el trío?

Fui sincera con él y le dije que no me había gustado la experiencia, que no quería repetirla y que consideraba que, durante el acto, me había hecho el vacío. Mi diversión y mi disfrute no había estado por encima de los de ella, cuando yo era su pareja. Lo ideal hubiera sido el equilibrio, pero, sin ser posible, ¿no tendría que haber sido ella la que tuviera la sensación de exclusión?

Le pedí que dejáramos atrás aquel episodio, que nos centráramos en nosotros y que no volviera a ponerse en contacto con la chica. Fue en vano. Varias semanas después me confesó que sí habían mantenido contacto, reconoció que se había enamorado de ella y que prefería dejar la relación conmigo.

¿Y ahora? Pues me estoy recomponiendo como buenamente puedo mientras me hago cientos de preguntas. Me queda la sensación de que estaba enamorado ya al momento de hacer el trío, que la chica le obsesionó o algo y que buscó el modo de volver a verla, intimar y abrir una vía de contacto para conquistarla. Utilizándome a mí de esa manera tan ruin.

Él lo niega. Me dijo que solo le atraía y que sí, consideró que habíamos caído en la rutina y podía ser buena idea. Estaba confundido, porque no era cuestión de rutina. Lo que había era una tercera persona a la que yo misma “coinvité” a mi cama.