Me siento un poco idiota dándome tanta importancia como para escribiros esto de esta manera y no usando el foro como suelo hacer. Pero como os dije el otro día, vuestro apoyo ha sido tan importante para este paso en mi vida que sé que os debo no una, sino un ciento.

Empezando por el principio mi nombre en el foro es Elenis, aunque poco tiene que ver con mi nombre real. Todos los datos que os he dado de mi vida es que cada mañana voy andando al trabajo. Hago el mismo recorrido, ya hace más de tres años, y en medio de toda esa aburrida rutina lo conocía a él.

No me voy a parar a describir aquello que ya os he contado. Un chico de lo más normal pero que desde el principio llamó mi atención. Siempre con esa cara de estar pensando en algo que le hace feliz, caminando sin prisa pero sin pausa. Con su mochila colgando de uno de sus hombros y la chaqueta casi siempre desabrochada. Puede que no me diera cuenta de tantos detalles el primer día, ni tampoco el segundo ni el tercero… Mi fijación con ese chico desconocido fue surgiendo poco a poco, de la misma manera en la que lo fui sumando a mi día a día como alguien a quien necesitaba ver cada mañana.

Trabajo en una pescadería. Lo sé, no es el trabajo más glamouroso del universo, pero me hace feliz. Llevo ya mucho tiempo atendiendo siempre a las mismas personas del barrio, encontrándome allí como en mi propia casa. Seguramente no era ese trabajo con el que sueñas desde pequeñita aunque a día de hoy sé que valgo para ello.

Para que lo entendáis un poco mejor, mi vida no siempre ha sido tan fácil como lo es actualmente. Desde que me independicé a los 19, hará ahora 6 años, he vivido una montaña rusa que no le deseo a nadie. Novios que decían quererme pero que escudados en los celos se propasaban, temporadas en las que no sabía cómo llenaría la nevera al día siguiente, o incluso amigos que te pedían ayuda y llegaban a robarte. Al final en mi entorno me han repetido lo mismo una y otra vez: de lo buena que eres, eres tonta.

Y puede que así sea y que al final todo lo que me ha pasado todos estos años fuese en parte mi culpa, pero lo que yo he sacado en claro es que prefiero estar sola que mal acompañada, esto es así. Aun así desde que me cruzo con ese chico, y aunque ni siquiera nos conocíamos, en mis ensoñaciones aparecía una y otra vez. Cuando peor estaba venía a mí para preguntarme si necesitaba hablar, o si me compraba un nuevo vestido él al día siguiente me decía que era la más bonita aquella mañana. Os permito que me llaméis boba porque así contado suena a cuentos de princesas totalmente desfasados, pero he venido a ser sincera, ¿no?

Hace ya más de un año que conseguí rehacer mi vida de cero después de un último encontronazo emocional de la peor calaña. Un tipo al que acepté dar cobijo en mi casa, que me ganó con su palabrería, y que lo único que hizo fue rascarse los huevos a dos manos en mi sofá mientras que se gastaba el dinero de su paro en hachís y alcohol barato. Así que os haréis una idea de lo liberada que me sentí cuando aquella tarde puse sus bolsas en la calle sin dejarle ni despedirse. Me prometí no más bandarras, ni un solo personaje más que me hiciera desconfiar ni un poco.

cita desconocido

En medio de todo esto mi desconocido seguía cruzándose conmigo cada mañana, entonando su ‘buenos días‘ habitual al que yo respondía con una sonrisa o con un ‘hola‘ a veces chillón. Muchas veces por su mirada intentaba delatar cómo se sentía, si él también tendría problemas, si sería feliz en su trabajo…

No sé por qué aquella noche entré en vuestro foro y decidí contaros mi historia. Creo que porque aquella mañana ese chico desconocido me sonrió algo más de lo habitual, o porque mi yo interior cree que de hacerlo, debo lanzarme ahora o nunca. ¿Sabéis? Llevo un tiempo viviendo con ese miedo a que un buen día él no aparezca. Es algo que puede suceder: un cambio de trabajo, un traslado, son tantas cosas…

Pero voy a dejar de darle vueltas a todo. Ya os he contado que escribí esa famosa nota, que se la di, que tuve la suerte de que me respondió y que, al fin, llegó el día de vernos en condiciones. Por suerte Manu, porque este chico tiene nombre, estuvo casi toda la semana animando un poco la cita a través de sus mensajes. Por las noches, como si de algo casual se tratase, me ha enviado sin fallar ni un solo día un mensajito preguntándome qué tal me fue el día. Él, que no tiene obligación de nada en absoluto, ¿acaso de repente le importa si he tenido o no un buen día?

Un gusanillo me sube por el estómago cuando lo leo, soy como una niña tonta. Pero gracias a su disposición nos hemos puesto un poco al día el uno sobre el otro. Al menos ahora ya sé que trabaja como informático en una oficina de la zona y que comparte piso con uno de sus mejores amigos. Tiene 31 años y Luka es lo que más quiere en este mundo. Sí, Luka es su perrillo.

golden retriever

La esperada cita la programamos para tomarnos unas cervezas en una terraza del centro. Spoiler Alert, no hubo ninguna terraza. Decidimos encontrarnos en una zona un poco más alejada del alboroto de las calles de la zona vieja e ir dando un paseo. No somos de una ciudad grande y aquí eso de poder ir a pie a cualquier parte es un regalo.

Me puse todo lo guapa que pude, intentando no parecer una puerta recién pintada, los vaqueros que mejor me sientan y que mejor recogen mi barrigola y para cuando llegué a nuestro punto de encuentro, allí estaba él. Tan guapo, llevaba el pelo todavía húmedo y olía tan bien. Antes de juntarnos nos separaba un semáforo en rojo, yo en un extremo, él al otro, saludé con mi mano y él me devolvió el gesto con una sonrisa que hizo que sus ojos se achinaran. Sonaron platillos en mi cabeza, y trompetas, y ángeles… Sí, se me fue la olla.

Una vez juntos los dos nos reímos como idiotas y tras saludarnos nos quedamos un poco en blanco. Fueron unos segundos en los que creí que todo mi castillo se desmoronaba. ‘Shit! Ahora no vamos a tener de lo que hablar y esto se va a ir a la mierda!‘ Intenté pensar, decir algo que rompiera el hielo, empezaba a tener mucho calor, qué agobio.

Entonces, ¿unas cervezas?

Manu me miró y emprendió camino hacia el casco viejo, volvió a mirarme mientras caminábamos y continuó.

¿Me hablas un poco más de ti? No sé, ¿eres más de dulce o de salado?

Tardamos algo más de 10 minutos en llegar al centro, y os juro que fue el trayecto más surrealista y gracioso de mi vida. No hubo ni un solo silencio más, la conversación empezó a fluir tan bien que para cuando nos plantamos en la plaza Mayor sentía que había quedado con un amigo.

Lo que sí trastocó nuestros planes fue que aquello estaba atestado de gente. Menos mesas, un calor infernal y más de media ciudad en la calle. Recorrimos la zona en busca de una sola mesa libre pero fue imposible. Mucho me temía que aquella cita terminaría ahí.

Pues se me ocurre una idea, pero no sé si te apetece. ¿Quieres conocer a Luka?

Con paso decidido como si de pronto nos hubiera entrado muchísima prisa nos plantamos delante del portal de Manu. Decidí esperar abajo, y en menos de un minuto lo vi aparecer con su amor incondicional, un golden retriever precioso. El plan era ahora dirigirnos a una zona ajardinada preparada para perros donde además también cruzaba un pequeño riachuelo.

Allí cerca hay un bar, crucemos los dedos porque nos vendan un par de cervezas para tomarlas aunque sea sentados en el suelo.

No os hacéis una idea de lo genial que fue la tarde. Aquel parque lleno de zonas para correr, sombras bajo los árboles, gente tomando el sol. Un par de cervezas fresquitas que lógicamente nos bebimos sentados en el césped. Ver a Manu jugar con Luka, unirme yo también tras haberme librado de mis incómodos zapatos.

Aquel lugar hizo liberarme y me permitió ser yo misma desde el principio. Me olvidé de la timidez, de mis miedos, de si aquello saldría bien o no. La verdad es que cualquiera que nos viera podría haber pensado que éramos dos amigos disfrutando juntos de una tarde de calor, o incluso de una pareja. Daba igual, lo importante era que Manu realmente parecía ese chico guay e interesante que yo veía cada día. Y ya no solo eso, sino que se veía que él también quería conocerme.

¿Te habías planteado algún día hablarme?

Nos habíamos pasado más de 2 horas corriendo casi sin parar con Luka. Él estaba tumbado a la sombra de un banco mientras nosotros nos estirábamos sobre la hierba mirando al cielo. Necesitaba hacer aquella pregunta, aunque la respuesta no me gustase del todo.

cita desconocido

Sí, lo había pensado, sobre todo después de aquel día en el que te saludé y me respondiste con una especie de eructo extraño y saliste medio corriendo. Esa mañana supe que tenía que conocerte…

Recordé aquel día. Qué vergüenza. Llevaba tres días fatal por culpa de la gastritis y cuando quise dar los buenos días con mi mejor voz, un eructo traicionero había salido en su lugar. De terror.

¡Qué cabrón! No me parece el mejor de los temas para una primera cita, pero me dirás que tú no sufres por los gases nunca jamás en tu vida…

De repente, un eructo profundo y corto salió de su interior. Casi me da un ataque de risa.

Ahora estamos en paz.‘ Sentenció Manu riéndose también.

No, ahora en serio, llevo meses pensando en que no era ni medio normal que nos viésemos a diario, que nos saludásemos siempre, pero no saber ni siquiera nuestros nombres. Así que mini-punto para ti por darme esa nota que, por cierto, voy a guardar a muy buen recaudo.

¿En serio? ¿Y eso por qué?‘ Me giré para mirarlo. Estaba tan cerca de mí que podía olerlo perfectamente.

Bueno, para hacerte pasar vergüenza dentro de unos años…‘ Manu puso su mano sobre mi cabeza despeinándome en un gesto de lo más cariñoso.

Volvimos a quedarnos en silencio. Escuchando el sonido de los pájaros y de las ranas del riachuelo. En mi cabeza empecé a preocuparme. El paseo con Luka, el eructo, aquel gesto al despinarme… Todo me sonaba tanto a buena amistad y tan poco a nada que tuviera que ver con el amor. Una vez más me estaba impacientado, mi yo interior más negativo iba a intentar boicotear aquella cita tal y como ya había hecho en otras ocasiones. Cerré los ojos intentando resetearme. Cinco segundos después los abrí de nuevo, y justo ante mí encontré la mirada de Manu.

¿En qué estabas pensando?

En que si en nuestra primera cita te echas un eructo tan gratuito, ¿qué puedo esperar en la segunda? ¿Un pedo quizás?‘ Lo hice reír y sonrojar a la vez. Otro mini-punto para mí.

No seas mentirosa, no estabas pensando en eso…‘ Pude sentir como mi corazón se aceleraba mientras el suyo también lo hacía. Pensé una respuesta pero no sabía qué decir.

Vale, estaba pensando en…

Mentirosa…

Sin dejarme ni siquiera intentarlo Manu se acercó mucho más hasta que ese último ‘mentirosa’ lo dijo poniendo casi sus labios sobre los míos. ¿Qué esperaba entonces que hiciera? Agarré con ganas uno de ellos y me dejé llevar con un beso de esos en los que pones todas las ganas. Pasé una de mis manos por su nuca acariciándolo con cariño pero también con pasión. Él tocaba mi cintura con sus dedos encendiéndome no sabéis de qué manera.

cita desconocido

No me podía creer que aquello estuviera pasando. Nos estábamos besando, en aquel parque, aquella misma tarde. Habíamos hablado de comida, de deportes, de música, de eructos y de pedos, y allí estábamos entonces, dándonos un beso que estaba claro que ninguno de los dos quería que terminase.

Para cuando nos separamos yo no podía estar más sofocada. Me ardían las mejillas y la cara de Manu lo decía todo, él también se moría de calor y seguramente de otra cosa. Decidimos llevar a Luka a casa, el pobre llevaba ya un rato largo tirado bajo aquel banco buscando el fresquito.

Y no, no pasó lo que os estáis imaginando. Claro que mis hormonas y mis ganas de acostarme con Manu aquella tarde superaban por completo cualquier expectativa, pero quise ir con calma y para mi sorpresa, él también. Llegamos a su portal, subió a Luka, volvió a bajar y dando otro paseo me acompañó hasta mi casa mientras hablábamos de nuestra infancia. ¿El detalle? Soy bastante cafre cruzando la calle, y hubo un momento en el que me decidí a cruzar sin mirar, Manu me agarró la mano para frenarme y no me la volvió a soltar hasta que llegamos a casa.

Precipitado, ñoño… llamarlo como queráis, yo prefiero pensar que fue algo que salió de los dos, sin prepararlo, natural.

Cuando llegamos a mi casa algo me decía que debía invitarlo a subir, que si no lo hacía quedaría como algo raro que hubiera llegado hasta allí para nada. Me volví a comer la cabeza una vez más.

Podemos hacer una cosa. Yo ahora te beso, si te parece bien, y después tú me das las buenas noches con esa sonrisa que tienes y me preguntas qué voy a hacer mañana…

Me acerqué a él dejando que volviera a hacerlo de nuevo. ¡Qué besos, qué besos!

¿Qué vas a hacer mañana?

Pues no sé, creo que intentaré quedar de nuevo con una chica preciosa que conocí por casualidad, está un poco loca, va dándole notas a desconocidos por la calle, pero me gusta un poquito.

Nos costó separarnos. Tuve que hacer de tripas corazón para no decirle que subiera y se perdiera entre las sábanas de mi cama. Pero era mejor así, su plan sonaba fenomenal.

Así que en ese punto estamos. Ha habido paseos perrunos, cervezas en un parque, correr descalzos por la hierba y besos de los mejores que me han dado en la vida. Me han propuesto mañana una segunda cita, y está claro que con Manu nunca se sabe. ¡Cruzad los dedos por mí, amigas!

Fotografía de portada

 

Anónimo

 

Envíanos tus historias a [email protected]