Poner los cuernos es algo muy común, a todos en nuestra vida nos han engañado alguna vez, o hemos sido nosotros quienes han sido infieles. Cuando acumulas cierto número de relaciones es normal que alguna vez hayas experimentado lo que es pillar a tu pareja en un renuncio: un desliz en una noche tonta de borrachera con los amigos, mensajitos con alguna chica que ha conocido en Instagram o una recaída con un ex, quizás sean algunas de las situaciones más comunes que yo me he encontrado en mis relaciones pasadas o entre mis amigos.

Pero las historias que os vengo a contar hoy son bastante peculiares. Son verdaderas hazañas que me han dejado con la boda abierta. Algunas las han vivido mis amigas en primera persona, otras son como leyendas urbanas, que alguien les contó que le había pasado a otro alguien. Da igual, el caso es que son oro puro, con las historias de cuernos más surrealistas que yo he oído en mi vida. Empezamos:

El ojo por ojo y cuerno por cuerno

Todos estamos de acuerdo en que cada pareja es un mundo, que los límites los marcan las dos personas implicadas y que, posiblemente, lo que les funciona a ellos, a otra parejas no. Bueno pues os cuento: mi amiga pilló a su novio en una infidelidad. Tras descubrirlo, primero hubo enfado y rabia, intención de dejarle y después desconsuelo. Él le pidió perdón mil veces y, después de reflexionar mucho, ella decidió perdonarle, pero con una condición: ella le pondría los cuernos a él y estarían en paz. Lo más sorprendente de todo es que él aceptó esa especie de pacto de cuernos y vivió con la espada de Damocles en su cabeza, con la incertidumbre y el temor constante de que en cualquier momento ella le fuera infiel.

 

De vacaciones con los suegros

Se fueron los dos con los padres de ella a la típica casa de la playa. Quince días de idílicas vacaciones con tu novia y tus suegros. Ella llevaba meses hablando con su ex, con el que había tenido una relación larga y tormentosa y por el que aún sentía atracción. Ya sabéis, donde hubo llama… pues en medio de ese bonito tiempo de descanso veraniego, el ex en cuestión la invitó a su casa porque iba a estar solo unos días. Ella ni corta ni perezosa mintió a su pareja, mintió a sus padres y volvió un par de días en autobús a su ciudad natal supuestamente para hacer una importante entrevista de trabajo. Dejó a su novio con los suegros, se tiró al ex y volvió para continuar con sus vacaciones en familia.

En la misma casa

¿Sabéis las típicas escapadas de casa rural con amigos, que al final se acopla algún amigo de otro amigo? Pues esta historia de cuernos así comenzó. Mi amiga no estaba cien por cien bien con su chico, no es justificación para lo que hizo, pero fue así. Tuvieron una medio pelea, él se fue a dormir y ella se quedó echándose unas copas con el resto de gente. Uno tras otro se fueron yendo a la cama y ella se quedó a solas con el amigo del amigo, y surgió. Se enrollaron en un baño y luego ella se fue a dormir con su novio, que llevaría ya el chaval varias horas en fase REM y no se enteró de nada a pesar de estar en la misma casa.

La metió sin y la sacó con

Esta es la más estrambótica de todas. Mi amiga llevaba años con su pareja y se tomaba la píldora como método anticonceptivo. Pues le puso los cuernos a su chico y por la menos tuvo la decencia de usar condón con el otro. ¿Y qué pasó? Que el condón se rompió. Ella no le dio mucha importancia a lo ocurrido, pero al hacerlo con su novio, el chaval sacó un trozo de preservativo pegado en su pene. Y así, de esta manera tan pulcra se enteró de que su novia le era infiel.

 

Le pegó una enfermedad venérea

Otra amiga mía que llevaba años con su novio y también tomaba la píldora, por lo que no usaban condón. Además, para más datos, era su primer novio, había perdido la virginidad con él y nunca había estado con ningún otro. Pues en una revisión rutinario del ginecólogo descubrió que tenía une enfermedad de transmisión sexual. No había lugar a dudas, su pareja le estaba poniendo los cuernos con otra, u otras, sin usar protección.

 

Después de estas pintorescas historietas os pregunto: ¿Os ha pasado algo peor? ¿Os han puesto los cuernos alguna vez con tan poca clase y elegancia? ¡Os leemos!

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