JODER Y JOLINES

Seguro que a muchxs os pasa. 

Eso que eres pequeña y vas aprendiendo, orgullosa, el amplio repertorio de palabras ‘prohibidas’. Empapándote de sabiduría en el cole, en casa, en el parque y un día decides decirlo tú y te quedas mirando a ver qué pasa. Al principio puede que hasta haga gracia, a la segunda la risa es más discreta y llega el primer aviso. La siguiente sale de una boca torcida. Y a partir de ahí, amiga, ya vas buscando un búnker que te aísle de la somanta palos que han reservado para ti, para ti boca y para tu culo. (La crianza positiva en los 90 era a golpe de chancleta, no llevarse las manos a la cabeza).

En casa de mi madre han sido siempre políticamente correctos. A lo sumo una vez a la semana se ha pronunciado un ‘jolines’ y después se llevan la mano a la boca como si estuvieran pecando.

Qué suerte la suya, expresarlo todo sin cagarse en la puta. 

Muy diferente fue mi padre, aunque la verdad es que nadie más en esa casa fueron tan palabroteros como él. Solo decía jolines cuando me imitaba llorando, y yo lloraba mil más. 

Él siempre decía que yo tenía que conocer nuestra riqueza léxica, y una vez conocida, decidir qué y cómo usarla en mi vida. 

Aprendí muchas, muchas palabras. Salían de mi boca con orgullo. Me hacían ser tan mayor, tan respetable, tan conocedora del castellano…

En casa de mi madre me mordía la lengua, pero con mi padre daba rienda suelta al diccionario. 

Según las épocas de mi vida he tenido palabrejas y expresiones populares. 

Me cago en mi puta vida, joder, jódete, que te jodan, que te peten, que te la pique un pollo, mierda (con sus variantes mierda seca, pazo mierda, mierda al vapor…) puta campestre, cerdi (mi padre me cantaba ‘cerdi es valiente, es inteligente, tiene gran valor’ haciendo alusión a unos dibujos infantiles de una hormiga que se llamaba en realidad Ferdy).

A día de hoy, tengo grupos en whatsapp con amigas y compañeras de trabajo que son muy dadas a los audios. No hay día que no manden 25. Cuando las escucho hablar, y en los picos mayores de enfado e indignación dicen ‘JOLINES’ siento admiración. Nunca para mí un enfado fue tan light, tan meloso, con la mesura por bandera. Incluso algunas lo acompañan de gift de zorras en prados de ensueño con miradas suavonas o Ponys relinchando entre mil colores. 

Con esa gente no renta discutir, porque desde el principio es una guerra perdida.

Yo soy tremendista a tope, me falta boca para escupir lo peor que pueda decir (se entiende que no por intención si no por la palabra que suene peor). 

Tengo una amiga con las que siempre, en esos casos, nos escribimos por privado para decirnos que compartimos nuestro sucio hocico y que marraneemos mejor entre nosotras, que esta gente no entiende nuestro idioma. Hostiaputa.

Ahora bien. Yo tenía no hace mucho un bebé que era ajena a éstos términos y claro, no me hago a la idea. 

Cuando empezó a decir “pa pa, ma ma”, ya me di cuenta de que cuando digo ciertas cosas ya iba entendiendo. 

¿Pero cómo tengo yo los santos cojones de regañar a mi criatura cuando diga puta si su puta madre no es capaz de mantener su puta boca limpia?

#quefairymehagaunanuncioporfavor

#quealguienmelavelaboca

#bocasuciacorazoncontento

#clandelabocasucia

 

LADY APEGO