Hoy en día en el mercado existen veinte mil opciones de juegos de mesa para todos los gustos.

Yo misma me sorprendí hace un tiempo cuando descubrí la gran variedad que ahí. En este post podrás encontrar varios ejemplos pero yo hoy os vengo a hablar de otros juegos de mesa, de los de siempre, de los de antaño.

Vale que quizás su diseño no sea tan genial como los de ahora, ni tengan fichas tan modernas pero no miento si os digo que a mi me encantaría abrir un armario, encontrármelos y jugar con la familia y los vecinos como hace años.

¿Quieres saber a cuáles me refiero? Seguro que te suenan, sobre todo si creciste en los 80-90.

Monopoly

 

 

Madre mía el Monopoly, yo siempre quería ser la banca y las liaba pardas. El que se hacía con las calles de Madrid era el rey sin corona. Las partidas se nos hacían tan, tan largas que incluso jugábamos sin construir para que aquello no se eternizase aún más. Creo que fue en este juego en el que empecé a coger manía a las estaciones de tren y a las eléctricas. Lo de caer en la casilla de ¡a la cárcel! era un trauma de los buenos.  Ojalá en cada vuelta de la vida nos dieran 200 al pasar.

 

 

Parchís

 

Puede que sea el clásico de los clásicos pero nunca pasará de moda. La revolución llegó a él con el parchís de 6 jugadores. ¡Maravilla! Recuerdo que a mi me regalaron uno de Pitufos, que aún conservo, y fueron meses y meses de mucho vicio. Por cierto, odio eterno a esas personas que basan su estrategia en hacer barrera tras barrera. Así no.  Por supuesto, darle la vuelta y jugar a la oca una partida al final era obligatorio.

 

Trivial

 

 

Jugar al Trivial en familia era un planazo. Había una leyenda urbana que afirmaba que había gente que se sabía todas las respuestas de las tarjetas. ¿Cómo es posible? Yo confieso que guardaba las fáciles todas juntas para la siguiente partida, pero mi hermano siempre me las mezclaba. Elegir a qué casilla ibas por el color y no por el tema era ser un revolucionario. ¡Larga vida al quesito rosa! Llegar al centro una vez que se tenían todos los quesitos no era lo más difícil, pero contestar esa tarjeta entera sin errores era la prueba definitiva. ¿Vosotros también decíais que valían dos errores para poder ganar?

¿Un secreto? Hay una versión de Trivial años 90 que para los que rondamos los treintaypico es muy fácil.

 

 

Password

 

 

 

Vale, este no es tan antiguo ni clásico como los de antes pero es que este llegó con fuerza gracias al programa de la tele. A mi me fascinaba. Me parece una maravilla a rescatar de los trasteros. Y más ahora que está de máxima actualidad, de nuevo, abril y cerral. PD: Te queremos Elena.

 

 

 

Hotel

 

Siempre pensé que era la versión guay del Monopoly si es que existía algo más guay. Nos creíamos dueños de imperios montando sus hoteles por todo el mundo. Mi favorito, por supuesto, aquel que tenía piscina en la azotea, aunque no fuera el más caro. Puede que se llamase Boomerang. Y sí, no recuerdo lo que cené antes de ayer pero recuerdo el nombre de algunos hoteles. Si te hacías con el Royal, te comías el mundo. Eras el Amancio del juego. Sin duda.

 

Risk

 

Nunca me gustó. La verdad desde el principio. Lo llamaba el juego de los mayores. Recuerdo a mi hermano y sus amigos jugar partidas largas, muy largas. Y hasta aquí mi conocimiento del juego. Tengo amigos que siguen viciados así que tiene molar. Algo tiene que tener, porque aunque no jugáramos nunca varias generaciones nos sabemos su nombre.

 

Juegos Reunidos

 

 

 

Estos ya eran un clásico cuando yo comenzaba a caminar. El que los tuviera era el reino del bloque. Sin duda. No había contestación alguna ante un «Yo tengo el Juegos Reunidos». Lo cierto es que tenía tropecientos juegos, por aquellos de reunidos, pero en las cajas de mis vecinos, siempre faltaba alguna pieza de alguno. Cosas de bajarlo a la calle y no jugar tranquilamente en el salón, supongo. Si tú que me lees, has jugado a todos y cada uno de los juegos, tienes todos mis respetos.

 

 

 

¿Nos cuentas cuál era tu juego de mesa favorito?