LA “CONFINANZA” DA ASCO

¡Hola, muy buenas! Me presento: soy Marta, mujer y madre de 3 fieras. ¿Por qué digo mujer? Porque a veces se me olvida que soy persona además de madre. A ti también te pasa, lo sé… 

Lo que también sé que te pasó fue un confinamiento en marzo de 2020. Qué tiempos aquellos… Yo que soy muy positiva lo viví con miedo, pero enseguida le di la vuelta para convertirlo en una oportunidad única para pasar más tiempo con los niños… hacer algo de bici que tenía ya tanta ropa encina que ni se veía… limpiar la casa a fondo, empezando por la bici… hacer recetas para las que nunca tenía tiempo… manualidades… Por supuesto que no hice nada de todo eso, como tú. Con conseguir ayudar a los tres críos con las clases online tuve suficiente. Y atender los 800 watchapp y vídeos que llegaban cada día claro. Entre crisis y crisis nerviosa me dio tiempo a ducharme casi todas las semanas y punto. 

Ya está… ya pasó… prueba superada… ¡UNA MIERDA! Porque llega la duodécima cepa en la trigésimo cuarta ola y después de haber sorteado todas las anteriores, esta te da en toda la cara y te vuelven a confinar con tu pareja y tus tres hijos. 

Va… si solo son 10 días… ¡OTRA MIERDA! Porque al confinamiento del primer positivo le sumamos el que se contagia después de una semana, después el que es contacto desde el último día del anterior, y así sucesivamente hasta que te tiras otra vez un mes en casa y hasta los cojones. Porque yo os quiero mucho a todos… pero cuando estabais todos en casa como yo, me jodía menos.

Vuelta a los deberes… Me pego un tiro. 

Vuelta a las llamadas diarias de rastreadores, médicos y pediatras. ¡¿No puede llamar uno para todos?!  Me pego un tiro.

Vuelta a las PCR, antígenos, o lo que sea que se les ocurra, de 5 personas, pero cada una un día diferente y a horas distintas… Me pego un tiro.

Y sobre todo vuelta a la convivencia con otras 4 personas 24 horas.

Ama. Ama… Amaaaa….. Ama!…. AMA!! AAAMMAAAAAA!!!! Ya no me quedan balas, pero de verdad que me pego otro tiro aunque sea con un supositorio.

¿Qué radar es ese que tienen los niños que cada vez que vas tú al baño a ellos les entran ganas de cagar? En serio… Lleva horas el baño libre y es sentarte tú y venir ellos corriendo con una urgencia que no han notado hasta ahora pero que si esperan a que tú te limpies el chichi ellos se cagan encima. 

Un radar que se activa también cuando te tumbas, sientas, haces una llamada o cualquier otra cosa que requiera de soledad, paz y tranquilidad. ¡¡AMAAAAAAAA!!

Estar un minuto sola es impensable. Si vas a tu cuarto, ellos detrás… Si vas a la sala, ellos detrás… Si vas a la cocina, ellos detrás… Uff… me voy a dar una ducha….  ¡¡AMAAAAA!! “Cari trae los supositorios que de verdad que me voy a pegar un tiro.”

Y es que, aunque les quiera mucho, sabes que llevas demasiado tiempo con tu familia cuando al grito de ¡AMAAA! esperas que sea algo grave porque si no la gravedad la vas a poner tú. Cuando deseas que tus hijos se pongan malos para ver si así se están un rato más en la cama. Cuando discutes con tu pareja porque preferirías que se quedara en paro a que te deje ni un minuto más a cargo con los niños. Pero sobre todo… cuando reconoces de quién de los cinco es el pedo solo por el olor. Ahí te das cuenta de que la confianza da asco y la “confinanza” aún más. 

Pero todo pasa… Y os escribo esto desde la soledad del hogar y haciendo balance de lo aprendido:

– Por muy mal que estés, vendrán tiempos mejores. 

– Eres de las que, si el resto está tan mal como tú, te sientes mejor.

– El roce hace el cariño, pero si rozas mucho sales chispas.

– Un segundo baño no es un lujo, es una necesidad.

– Inexplicablemente las mates ya no son como tú las estudiaste.

– Y lo más importante… hacer alubiar cuando cinco personas no pueden salir de casa no es buena idea.

 

Marta Toledo