Los datos de la Asociación Nacional de Perfumería y Cosmética (Stanpa) apuntan a que el consumo de productos de cosmética y perfumería alcanzó una facturación de 9.250 millones de euros en 2022, superando con creces el pico histórico de los 8.460 millones de euros de 2019. Esta cifra supone que cada español gasta 185 euros al año en este sector.

En 2022 España exportó más perfumes, cosméticos y productos de cuidado personal que vino, calzado o aceite de oliva. Además, al crecimiento en las exportaciones se suma un aumento del 26% en las importaciones, hasta los 4.611 millones de euros para ese año.

En la industria, la principal categoría de producto en términos de exportación es la perfumería, a la que siguen cosmética de color, aseo e higiene personal, cuidado de la piel y cuidado del cabello. Queda claro, parece, que el cuidado por la imagen personal gana enteros entre la población, algo a lo que ya señalan los dermatólogos, que alertan de un nuevo fenómeno, el interés por la cosmética infantil.

Cosmeticorexia y dermatología infantil

Un nuevo término, cosmeticorexia, comienza a ser popular entre las clínicas de dermatología y los centros psicológicos. Se denomina así al fenómeno que se asocia a la necesidad de comprar y usar cosméticos, algo que puede llegar a generar consecuencias físicas y mentales. Estas van desde problemas en la piel por el abuso de determinados productos hasta incidencia en la autoestima o trastornos emocionales como la depresión, la ansiedad o el estrés.

A nivel físico, el uso desmedido de productos cosméticos da lugar a reacciones alérgicas, sensibilización cutánea por la utilización de tintes del pelo con colorantes, afecciones en la piel derivada del uso de productos oclusivos y grasos y exposición a agentes nocivos como parabenos, retinol y filtros ultravioletas.

Muchos profesionales del cuidado de la piel, entre ellos varios dermatologos barcelona, ya advierten que este interés desmedido entre niñas y adolescentes por la industria cosmética puede generar consecuencias muy negativas para su desarrollo. La sobreexposición a algunos productos puede provocar reacciones irritativas y lesiones de acné en pieles que son sanas y que no necesitan acudir aún a la cosmética.

Pieles jóvenes que no necesitan cuidados especiales

Montserrat Fernández, jefa de Urgencias y hospitalización de Dermatología del Hospital Ramón y Cajal en Madrid confirma que han notado mucho el aumento de jóvenes que acuden a los centros de salud para resolver dudas sobre rutinas de skincare.

Son chicas, mayoritariamente, que conocen hasta los principios activos de los productos cosméticos y de cuidado para la piel. Para esta experta, las pieles de los adolescentes son jóvenes, sanas y no necesitan cuidados especiales más allá de higiene y protección solar. Por tanto, abusar de otros cosméticos y productos antienvejecimiento va a producir un efecto contrario al deseado.

Para Fernández, ocuparse del cuidado de la piel y la cosmética no es preocupante en sí, pero sí hay que advertir de que este interés vaya a más, sobre todo si acuden a TikTok y otras redes sociales. La dermatóloga sostiene que hay tres errores en este nuevo fenómeno de la cosmeticorexia: las fuentes de información no especializada, el tipo de productos empleados y un número excesivo de pasos en las rutinas.

Una moda que llega a la publicidad

Más allá de las redes sociales, este nuevo fenómeno desmedido por la cosmética y la belleza infantil también está llegando a la publicidad. El estudio DIGIT_FIT desarrollado por la Universidad de la Rioja en colaboración con la Fundación Mapfre confirma que uno de cada tres jóvenes entre 11 y 17 años recibe mensajes publicitarios sobre cosmética y belleza por parte de influencers.

Estos mensajes también proceden de los centros de fitness y los procedimientos de belleza estética. Las chicas tienden a percibir un mayor impacto por los mensajes de cosmética y de belleza, mientras que los chicos reciben más anuncios de fitness y gimnasios.

Conscientes de esta dimensión, el sector de la belleza cada vez diversifica más sus líneas de actuación y lanza productos para ofrecer opciones a este nuevo perfil de consumidor. Por su parte, desde la dermatología insisten en las consecuencias que puede generar este uso desmedido de artículos para la piel, como irritaciones, dermatitis o exacerbación del acné. Y a esto, a su vez, hay que sumar repercusiones que van más allá de lo físico, como alteraciones en la autoestima.