Jamás pensé que esto podría pasarme a mí. En serio, es algo que no cuadraba en mi vida en absoluto.

La relación con mi madre siempre ha sido muy buena. Salvo la gordofobia tatuada en vena que tiene (como todos los de su generación), el resto todo ha sido genial. Ha sido madre y confidente. Una persona que lo da todo por todos, que de buena es tonta, que a pesar de ser una boomer tiene la mente muy abierta y le gusta aprender y cambiar de opinión. Una persona que no juzga a los demás, que se hace amiga de todos, que a nada ni nadie le pone pegas…

Vaya, que me parecía una persona normal y estupenda y creía que iba a ser una suegra genial. Así se lo hice saber a mi novio y ambos nos entusiasmamos con el momento en que la conociera.

Solo ambos.

Cuando mi madre se enteró de la noticia, su cara fue un cuadro. Cuando me preguntó su edad (era menor que yo 4 años, tenía 23), la cara se le fue torciendo, cual cuadro Picassiano. Cuando me preguntó a qué se dedicaba (estaba cursando el último año de carrera), se le derritió la cara de póker a lo reloj de Dalí.

Todo nefasto, al parecer. Ella se esperaría que le trajera yo que sé, a un Pedro Pascal bien rico con trabajo estable, casa y coche pagados y una buena vida a sus espaldas. Que tampoco me hubiera importado traerle a Mr. Pedrito, no os voy a mentir, Pero no.

Continuó la conversación. 

Viene de familia humilde. Mal. No tiene coche. Mal. <¿Pero estás me enamorada?> me preguntó, con preocupación. <Si>. Se hizo el silencio por su parte mientras mi padre y mi hermana comentaban el resto. 

Llegó el momento de conocerlo y bien, bueno, sin más. Los primeros meses lo llamaba “tu amigo” y cuando le decía que era mi novio, me preguntaba <¿pero estás segura?>. Sí mamá, claro que lo estoy.

Siguieron pasando los meses y aquello fue a peor. Yo le hablaba de todos los aspectos positivos que él tenía y que admiraba. Le hablaba de él, de cómo era, de lo diferentes que éramos pero lo bien que nos habíamos adaptado el uno al otro, de su familia, de su vida… aquello parecía pasar en forma de película de terror tras de los ojos de mi madre. La sensación que transmitía era como de que yo le estaba vendiendo la moto, de que se lo estaba pintando como el amor de mi vida y el novio perfecto, y muy lejos de la realidad. No se creía que pagásemos todo a mitad (justo en esa época yo empecé a trabajar) y un día cabreada le enseñé todos los bizum que me hacía. Como si nada. Mentira todo.

Mi madre y él nos trataban como a niños, como si fuese la primera relación de su hija de 15 años. Una tontería de críos que en unos meses se le iba a pasar. 

Tras unos años de idas y venidas (éramos de ciudades diferentes…otro error más en su lista negra) nos fuimos a vivir juntos. Yo me mudaba a su ciudad.

Al principio no me creía hasta que pasó. Su trato con él era cordial, pero distante. Pasó más el tiempo y mi novio decía que la notaba cordial pero poco cálida. La relación no avanzaba y él, a pesar de hacer esfuerzos y ser cálido y sacarle muchos temas de conversación, no notaba ninguna mejoría. <Es que mis padres son muy formales, las relaciones con ellos se forman a fuego lento….tu tranqui que todo va genial, le caes muy bien> le decía.

Para colmo, la carrera que mi novio había estudiado no tenía muchas salidas. Intentó buscar trabajo, pero el maldito bucle “no experiencia-no titulitos específicos -no trabajo” jugaba en su contra. Además, se le unió la sensación de estar perdido, de no saber qué hacer con su vida y de intentar opositar para remediarlo, pero no pudo con ello tampoco. Craso error.

Finalmente optó por hacer un grado superior con salidas para reinventarse y poder encontrar trabajo. A mi me pareció lo mejor, mientras yo pagaría el resto, que igualmente era lo que iba a hacer. 

Adiós, un mantenido chupasangres de su hija. Lo peor de lo peor. 

Discutí con ella varias veces, pero fue para nada. Su trato siguió siendo el mismo el resto del tiempo.

Yo además engordé bastante en estos años por diversos motivos. Culpa de mi novio que no me ayudaba.

Tras unos años, tomamos la decisión de casarnos y la cara de mi madre fue indescriptible. Que si estaba segura, me preguntaba. MAMÁ ME CAGONDIOS LLEVAMOS 5 AÑOS SALIENDO JUNTOS CLARO QUE ESTOY SEGURA COLEGA.

El acabose fue la segunda vez que vino unos días ella sola a mi casa de visita. En cada visita ella parecía tener la esperanza de que yo estuviese más delgada. Como no era así, su cara parecía un poema triste.

A eso se le añadieron comentarios poco afortunados. Al llegar de dar un paseo ambas, yo me dirigí al cuarto de baño mientras ella se acercó al salón, donde estaba mi novio leyendo un libro. No se le ocurrió decir otra cosa mejor que <menos leer, anda…> y más “buscar trabajo”, le faltó por terminar.

Esa tarde, omitiendo aquello, mi novio acabó comentándole a mi madre lo mal que se había portado su padre con él y con su familia por su problema de alcoholismo, abriéndose en canal con ella para acercarse cuando mi madre le cortó con otro tema.

Al día siguiente, vinieron mis suegros y su padre, que es un manitas, nos estuvo arreglando algunas cosas en casa. A ella no se le ocurrió nada mejor que ensalzarlo diciendo <Qué apañado es tu padre, eso si que son hombres, y no tanto estudiar jejeje>…. CINCO VECES. Por si alguien no la escuchaba. Hasta mis suegros le respondieron en un tono afable…gracias a dios.

Esa misma tarde-noche nos fuimos a dar un paseo por la playa y hacía bastante rasca. Mi madre tenía frío y le dije que mi novio era un calefactor, que le pusiese el brazo por encima y que ya vería. Tendríais que haberla visto andando, un Playmobil tenía menos rigidez. Subnormal de mí, le cogí del brazo mientras le decía que se agarrase a su yerno, en plan de cachondeo…y me quitó el brazo de forma repetitiva y brusca, varias veces, negándose como con asco.

Tras su marcha, mi novio me dijo que no le mintiera más. Obviamente se coscó de todo y ya tuve que decir la verdad. No podía inventarme más excusas después de todo aquello. Desde entonces la cosa está tensa y mi novio, aunque me lo facilita todo lo que puede, no se siente a gusto con mi madre presente, cosa que entiendo. Mi madre niega todo y cree que es un “señorito delicado con la piel muy fina”. Más leña al fuego.

Ahora mi novio ha encontrado trabajo de lo suyo y parece que eso ha hecho mejoría en ella pero…ya es demasiado tarde.

Jamás pensé que mi madre pudiera comportarse así. Jamás pensé que acabaría en esta situación…como si tuviese 15 años y le hubiese presentado a mi madre al yonki del barrio.

Pero bueno, aquí estoy, viendo como gente que conozco y que no vale ni un duro tiene una relación genial con sus suegros y, mi novio, que es listo, legal, generoso, fiel, culto y un novio genial en general es rechazado por quien yo pensaba que más lo iba a valorar. Y a querer.

Por cierto, llevo unos meses en paro y ahora es mi novio el que costea todo. 

Cosas de la vida.

 

Anónimo