La gordita en el entrenador personal: así ha sido el primer mes

Estoy siguiendo dos itinerarios complementarios en este momento de mi vida: 1) el de la aceptación, y 2) el de tratar de cambiar cosas con las que no me siento cómoda. Estoy aprendiendo a apreciar mis formas y quererme como soy. Pero, a la vez, quiero implementar hábitos que me sientan bien y que me pongan en el camino de una transformación física, pero, sobre todo, emocional.

Está muy manido eso de que es por salud, sí, aunque en mi caso es cierto. Porque trabajo desde casa y, como no sea por el ratito de ir al gimnasio, apenas me muevo. Así que lo primero que aprecio es el impacto que me causa a nivel mental y emocional: cambiar de escenario, estar en contacto con gente y moverme. 

Comparto un resumen de mi experiencia en este primer mes de entrenamientos, destacando puntos clave. 

  • 1. Todo muy dinámico y muy pro

Nunca había estado en un gimnasio así, con tanta maquinita y accesorios específicos. Siempre había   estado en los de inscripción asequible, y este, aunque no deja de ser económico, está mejor equipado. Tiene máquinas de crossfit, cuerdas, pesas y discos de todas las clases, estructuras fijas y móviles, etc. Todo muy pro y, por irrelevante que parezca, un entorno así resulta más inmersivo. Te hace activar el modo “Entrenamiento”

Tengo dos monitores que no son exactamente entrenadores personales, en el sentido en que no trabajan solo conmigo. Trabajan con grupos, aunque pequeños. Dan la explicación, van contando el tiempo, corrigen posturas y movimientos y, sobre todo, animan. Animan mucho, y eso motiva. 

  • 2. Me he librado de prejuicios y autolimitaciones

El primer día llegué con todos los miedos del mundo. Primero, a no ser capaz de completar la rutina, pensando incluso que me podía dar una bajada de azúcar allí. Porque algunas amigas que van al mismo sitio habían contado anécdotas de personas a las que les había pasado. Simplemente, he adaptado los ejercicios a lo que puedo hacer. Si en vez de 20 repeticiones en 50” hago 15, o 10, pues esas son. Ya haré más.

 

Otro prejuicio tenía que ver con la idea de ridículo. Lo mío han sido siempre maquinitas de cardio, y no me veía haciendo entrenamientos pro de fuerza con mis redondeces, y menos junto a chavalas superfit. Era problema mío, claro. Porque allí hay cuerpos de todos los tipos y nadie mira ni prezjuzga a nadie, y porque los ejercicios de fuerza son muy recomendables para perder peso. 

  • 3. He aprendido algunas cosas básicas sobre el cuerpo

A la primera semana de entrenamientos, me sobrevino un pensamiento: me voy a quedar igual, pero dura. Yo ya me veía en plan Hulka, lo reconozco: con el mismo volumen, pero hecha músculo toda. No veía viable conservar mi prominente trasero, que está por encima de las medidas kardashianas, pero en duro. 

Una amiga se detuvo a explicarme cuestiones básicas de déficit calórico y de conversión de la grasa en músculo. Está claro que no soy la única que necesitaba informarse bien sobre esto, puesto que la grasa no posee la cualidad de la transmutación. Pero sí, se pierde grasa y se gana músculo con la pauta nutricional y los ejercicios adecuados, nada de conservar el mismo volumen y solo pasar de blandita a dura.

  • 4. Veo la posibilidad de “engancharme” a esto

La propuesta resulta muy dinámica, porque implica cambiar de ejercicio cada 30, 40 o 50 segundos. La sesión se pasa volando. Completo las rutinas, voy mejorando en cuestiones como la fuerza y la resistencia y, al ver mis progresos, continúo motivada.

 

Para una negada de los deportes como yo, esto es mucho. Nunca me ha llenado especialmente ninguna disciplina deportiva, y lo que he hecho ha sido más por la “obligación” de mantener hábitos  saludables. Que me entusiasme la idea de ir al gimnasio y no se me haga cuesta arriba el momento de ir es algo inédito en mi vida. 

En definitiva, estoy encantada. Y ni siquiera hablo de peso o medidas, porque no me las he tomado. Resulta curioso, pero la actividad me causa tan buen impacto a nivel psicológico que me hace olvidar los deseos de transformación. Los entrenamientos me ponen más en el camino de la autoaceptación, y considero eso otro triunfo. Ojalá me dure el hábito.

 

Azahara Abril.