¿Te imaginas cómo sería tu vida si la postura de tu espalda fuera permanentemente la propia de una persona embarazada? Pues, en resumidas cuentas y para que me entiendas, eso es la hiperlordosis lumbar.

La hiperlordosis lumbar es un cambio en la fisiología de la columna vertebral en el que la curvatura de la zona lumbar se ve aumentada de forma significativa. Es una de las alteraciones más comunes en la columna vertebral y se da, en especial, en las mujeres, sobre todo cuando se encuentran en su periodo de gestación.

El problema es que el embarazo es un estado transitorio, pero muchas de nosotras sufrimos de esta alteración sin estar o sin haber estado embarazadas y de forma crónica en nuestras vidas.

La zona lumbar, la zona media-baja de la espalda, presenta de por sí una curvatura hacia su interior (o lordosis), pero si esa curva es demasiado pronunciada (hiperlordosis) nos encontramos con un problema.

Dicha condición puede tratarse de un problema congénito o constitucional (como es mi caso), pero también puede deberse a problemas posturales (un incorrecto equilibrio de la pelvis por una insuficiencia de la musculatura abdominal). En el caso del embarazo, se produce por el aumento de peso en la región abdominal anterior; por ello, cuando se da a luz, el «problema» desaparece.

La verdad es que yo siempre había notado cierta rigidez en mi zona lumbar, a pesar de ser una persona joven, tenía problemas de ciática con bastante frecuencia y me quedaba «bloqueada» por el dolor en muchas ocasiones.

Había acudido al médico en multitud de ocasiones, quejándome de dolores de espalda, y él me había ignorado porque era demasiado joven para tener ningún problema significativamente importante. Había empezado a notar mayores problemas con mi espalda desde que había abandonado la natación.

Cuando conseguí que el médico me hiciera las pruebas básicas (un par de radiografías), tras haber acudido a varios fisioterapeutas que se habían atrevido a ponerle nombre a mi problema, el doctor se quedó boquiabierto y exclamó:

«¡Pero Paula, si tienes la espalda de una mujer de ochenta años!».

No solo tenía hiperlordosis lumbar, sino que mi espalda entera estaba hecha un cuadro por tratar de «compensar» esa curvatura excesiva en la parte baja de mi espalda: tenía principio de escoliosis.

La genética es una mierda y doy gracias a lo que sea por haber heredado la de mi padre en vez de la de mi madre: prefiero tener la espalda hecha un acordeón que el corazón funcionando a medio gas, la verdad. Me había tocado aprender a vivir con ello y luchar para mejorar y tener una mejor calidad de vida.

No os voy a mentir diciendo que mi obesidad no me afecta para mis problemas de espalda, porque todos sabemos que lo hace, pero sí que os diré que en este tipo de problemas lo verdaderamente importante es tener una buena postura y un correcto tono muscular en las zonas indicadas para contrarrestar la dolencia: en mi caso, la zona abdominal.

Así que, sí, soy una gorda con poca barriga y con los abdominales bastante a tono.

Para poder fortalecer la musculatura abdominal, conseguir una buena postura y aliviar los dolores de espalda hay tres ejercicios clave: natación, yoga y pilates. Yo me decanté por el pilates.

Gracias a los ejercicios y posturas aprendidos durante las clases de pilates a las que asistí, así como algunos ejercicios hipopresivos que aprendí por mi cuenta. Conseguí trasladar esos conocimientos a mi día a día y utilizarlos para mantener una buena postura ya me encuentre de pie, sentada, tumbada o, simplemente, andando, consiguiendo aliviar la presión en mi zona lumbar, así como fortalecer mi zona abdominal de una forma prácticamente inconsciente.

Otro truquito que espero que os funcione si os estáis viendo afectados por esta dolencia es el de fortalecer los músculos del suelo pélvico.

En el caso de los hombres quizá sea un poco más complicado (la verdad es que no lo sé) pero, para las mujeres, las bolas chinas y los ejercicios Kegel son nuestros grandes aliados.

Además, siento decirte, querida amiga, que los tacones le están haciendo un flaco favor a tu espalda, la tengas hecha una mierda como yo o perfectamente alineada y equilibrada. Sí, son muy bonitos, muy elegantes y todo lo que tú quieras, pero su uso excesivo puede acarrearte multitud de problemas bastante serios.

En mi caso, tengo prohibido su uso, ya sea a diario o en ocasiones especiales (aunque no te voy a negar que, de vez en cuando, cuando sé que no voy a andar prácticamente nada, me los pongo).

Por último os comento: a pesar de que, actualmente, tengo este problema «bajo control», aún me vienen oleadas de pánico solo de pensar en el momento en que me quede embarazada. Si de forma habitual se produce este incremento de lordosis en las embarazadas, diversos especialistas me han advertido sobre el gran problema que me va a suponer que mi lordosis se curve aún más durante el periodo de gestación, pudiendo llegar a considerarse un embarazo de alto riesgo.

Y hasta aquí mi charla aburrida del día. Espero que te haya servido para ampliar tus conocimientos, para ponerle nombre a tu problema o, simplemente, para echar el rato.

¿Conocías ya este tipo de dolencia? Yo, a pesar de que por lo que se ve es algo bastante común, no tenía ni idea de su existencia hasta que me la diagnosticaron.

@caoticapaula