Aquí una persona que cree a pies juntillas que le damos a las redes sociales muchísima menos importancia de la que realmente tienen, que pensamos que es un ‘ah, a mi el Instagram me da igual’, pero luego a la hora de la verdad nos influencia mucho más de lo que creemos y jugar con nuestras cabecitas no es ninguna tontería.

Lo queramos admitir o no vivimos en una sociedad que está pegada al móvil, que vive mirando pantallas a todas horas del día, que invertimos muchísimo tiempo en redes sociales y no, no es una crítica, este post no es para decir ‘deja un rato el móvil y ve a ver a tus seres queridos’, ese lo dejamos para otro día, este es para ser objetivos y consecuentes. Ser conscientes de que las redes sociales son una parte esencial de nuestra vida social y por eso las tenemos que cuidar, exactamente igual que con las personas que dejamos que formen parte de nuestra vida.

Si tú inviertes todos los días una media de una hora en Instagram (siendo realistas probablemente sea bastante más) y el contenido que te entra por los ojos es dañino para ti, algo está mal y deberíamos ponerle solución. ¿A qué me refiero con dañino? Eso ya depende de cada una, igual para ti ver cómo una persona se pasa la vida viajando alrededor del mundo te hace sentir mal, o igual es ver cómo una persona se pasa el día cocinando platos de estrella michelín, o igual es alguien que tiene una vida perfecta con 3 hijos, un marido, dos perros, tres gatos y a su abuela viviendo con ella.

Tenemos que ver perfiles de personas que nos hagan sentir bien, que nos aporten cosas positivas, que nos entretengan sin hacernos daño, que creen contenido de calidad apto para nuestra personalidad, que aporten cosas buenas, cosas bonitas, cosas que nos reconstruyan un poquito el alma.

Yo siempre recomiendo y recomendaré darse de vez en cuando una vuelta por la lista de ‘siguiendo’ y hacer limpieza, ver a quién sigues porque realmente te gusta saber de esa persona y a quién sigues por seguir, sin saber ni muy bien por qué. En las RRSS hay que ser tan selectivo como en la vida misma, porque por suerte o por desgracia, pasamos mucho tiempo en compañía de esas personas y, como dice la tan famosa canción de moda: toxicidad fuera, mala vibra fuera. 

Tenemos que tener claro que lo que las personas enseñan en sus redes no es su vida, es la parte que quieren que veas de su vida. Tienen una cámara en la mano con la que están decidiendo qué enseñarte, cómo enseñártelo y por qué enseñártelo. No lo digo a malas, ni mucho menos, pero hay que saberlo. La vida de las personas que vemos a través de nuestros teléfonos no es así ni mucho menos, puede que sea infinitamente mejor o puede que lo sea para peor, pero de una forma u otra, no es la realidad absoluta.

Una vez que tengamos eso claro, pasemos al siguiente nivel: deja que entren solo las vidas de las personas que te interesen, que te aporten y que te hagan sentir bien.