Hoy me he decidido por contaros una anécdota que me pasó hace unos años y que la bauticé como “ LA MÁS BELLA PRUEBA DE AMOR”.

Es una cosa que cuento a menudo cuando me preguntan cómo duro tanto tiempo con mi Señor Esposo, que cómo sabemos que nos queremos. Este momento crucial en nuestras existencias marcó un antes y un después.

Sería… ¿2011? Y acababa de irme a vivir con mi marido (entonces novios-arrejuntados, sin más). Yo estaba muy emocionada con aquello de la vida adulta, llegar a casa y que me esperara alguien, ir a Mercadona juntos a comprar, marujear.

Resulta que, entre otras cosas, el señor con el que vivo es muy fan de Ismael Serrano, que si no lo conocéis os diré que es un cantautor de izquierdas que va con su banda y su guitarra a dar mensajes poéticos allá donde alguien quiera escuchar. Insisto: MUY FAN.

cantante ismael serrano

A ver, FAN se queda corto. Creo que alguna vez se ha cuestionado su sexualidad y que si tuviera que elegir entre él o yo, ya haría años que firmé el divorcio. Se emociona con las letras, se sabe las canciones, va a todos los conciertos…Bueno, una cosa demasié.

A mí ya me había arrastrado a algún concierto porque oye, las letras me pueden gustar, pero el tono y la musiquita como que me sedan. Yo soy más de rock y música más viva, de la que te hace acelerarte. Para mí, Ismael Serrano tiene efecto somnífero, es escucharle y cuando empieza a cantar con esa voz ronroneando me entra el sopor profundo.

Pues en aquel momento de nuestra vida, Serrano sacó un disco, o un libro-disco, no recuerdo bien (Porque aunque es una prueba de amor, esto que cuento es algo traumático para mí y algunos detalles escabrosos he tenido que borrarlos de mi memoria). Iba a venir a mi ciudad a presentar el trabajo y firmaba los discos/libros/lo que fuera. Y juuuuuuusto ese día, mi entonces novio trabajaba y no podía ir.

Dramón.

Trauma.

Lloros y angustia en casa.

Un sinvivir.

En aquel entonces yo trabajaba para una compañía de telefonía móvil que está justo al lado del centro comercial donde Ismael Serrano firmaba los discos y de repente se hizo la luz: Quizás podía cambiar un turno y trabajar por la mañana y al salir le compraba el disco de los avernos, me lo firmaba y se lo regalaba.

Ilusa de mí pensé que iba a quedar como una señora. En mi casa habría felicidad para todos, el señor con el que vivo volvería a sonreír y mi vida volvería a la normalidad. ERROR.

Hice las mil carambolas de cambios de horario en el curro, salí y me fui al centro comercial a hacer cola. COLA PARA ISMAEL SERRANO DE DOS HORAS Y MEDIA. Yo flipaba en colores de ver a los fanses allí, ilusionados con el hombre de la guitarra. Como si fuera un Backstreet Boy o algo. Para mí aquello era inaudito. Abrieron puertas y la gente se abalanzó a correr para pillar sitio.

En aquel momento todo se convirtió en una película de terror. No había mesas ni sillas, era una sala con un escenario y una guitarrita, y empecé a temer lo peor. La gente se sentaba emocionada en el suelo con sus discos/libros/yoquemierdassé en el suelo, llorosos. Y sale Ismael y la gente lo flipa y yo lo flipo y dice que antes de firmar va a cantar unas cuantas canciones para la gente que estaba esperando y yo lo vuelvo a flipar pero para mal.

Y allí estaba yo en mitad de la sala, sentada, escuchando un acústico improvisado y rodeada de fans. Una fantasía, vamos. No podía escapar al sopor, ni quejarme si no quería morir entre tanto seguidor.  Las cancioncitas se iban siguiendo unas a otras, yo empiezo a impacientarme y en una de aquellas bostezo y la mujer sentada a mi lado me dedicó una mirada de odio asesino que hoy todavía se me aparece en sueños de terror. Yo estaba cansadísima, aburridísima, hartísima, todos los -ísima que se puedan imaginar. Quería que me firmaran y largarme a mi casa cuanto antes. Por Ford que casi me duermo allí mismo.

Se hacen las nueve de la noche y llega la bomba. El cantautor va y dice algo así: “Nos lo hemos pasado tan bien aquí entre amigos que el local va a cerrar en 15 min y me dicen que nos tenemos que ir…Firmaré algunos discos y a los que no me dé tiempo, disculpadme y quedaos con este concierto como regalo”.

DISCULPADME, DIJO. No te disculpé, Ismael. Sigo sin hacerlo a día de hoy.

Por supuesto, no me dio tiempo a que me lo firmara. Lo que yo sentí en ese momento es indescriptible, pero estoy segura de que muchas entendéis mi sentir. Como si te dieran una patada en el parrús es la manera más gráfica que se me ocurre. Total, que me fui a mi casa frustrada y amargada, llorando y pensando “Por qué yo, por qué a mí, qué necesidad había, no sé si lo superaré”.

Si esto no es amor, que baje Ford y que lo vea. Es como cuando los padres se van a la cola de los conciertos con sus hijas y los ves ahí aguantando el percal… Pero joer, esas son sus hijas, sangre de su sangre, y yo a mi novio me lo había encontrado en la calle. Al menos sirvió como prueba de amor.

Solo diré que tengo amigas que a día de hoy aún se están riendo de mí. Algún día le enviaré esta historia a Ismael Serrano, que me envíe algo firmado en compensación, ¿No? Porque vaya tortura.

Carla.