La razón por la que decidí no tener más hijos.

 

Pandemias, cambio climático, sobrepoblación global, riesgo de hambruna y escasez de recursos en general, pobreza, falta de valores, inseguridad, explotación laboral… ¿Hacen falta más razones?

Y quiero aclarar ante todo que yo amo a mi hija con toda mi alma y que no me imagino la vida sin ella existiendo, siendo mi hija, pero a veces es verdad que me siento no solamente triste sino sobre todo preocupada, por el futuro que le espera.

Porque, en serio, ¿a qué clase de mundo seguimos trayendo gente? Quiero decir, el futuro no se ve nada esperanzador sino todo lo contrario.

Recuerdo con cariño uno de los dibujos animados que veía en la tele cuando era pequeña: Los Supersónicos (The Jetsons), y… bueno, se suponía que a estas alturas de la humanidad, es decir, por aquí por el 2022, íbamos a tener coches voladores, una robot como empleada doméstica y una vida más fácil, pero en cambio tenemos un calentamiento global que nos pide a gritos que cambiemos el coche por la bicicleta, crisis existenciales, ansiedad en gran parte de la población mundial, y, no sé a vosotras, pero a mí me parece que lo del invento del robot aspirador -que al menos no es sexista como para ser mujer y llevar delantal, eso también es verdad-, no compensa todo lo demás.

Ay… pero en qué tiempos vivimos. Y perdonadme que esté siendo tan pesimista, pero es que nos veo rumbo al supuesto de la película Soy Leyenda. Bueno, tampoco, pero que no vivimos en Narnia con los cuatro niños recién coronados y todo un porvenir feliz por delante.

Además, quiero viajar, y sí, ya sé que viajar empeora lo del cambio climático, pero quiero vivir, que tampoco soy Greta Thunberg y no hace mucho pensé que ya no me quedaba salud ni para salir de la cama, mucho menos para ir a Nueva York. Quiero criar a mi hija lo mejor que pueda, darle la vida que se merece y todas las herramientas para que sea un ser humano de provecho, y vivir. No me veo cambiando pañales diez veces al día otra vez (sí, son alrededor de diez veces al día, que lo acabo de investigar), ni despertándome de hora en hora cada noche, ni de vuelta preocupada cada día buscando en manos de qué ser responsable dejar a ese pequeño humano que depende de mí, mientras yo trabajo, porque la conciliación familiar en este como en muchos países no sólo es una porquería, sino que directamente no existe.

Me veo disfrutando de la vida tanto como pueda y siendo muy egoísta (bueno, lo de egoísta no, pero sé como suena lo que digo así que ya me lo digo yo misma antes de que lo hagan otros), y como afortunadamente -¡pero qué coño afortunadamente!, ha sido gracias a la lucha de muchas mujeres a lo largo de la historia-, hoy en día tenemos la posibilidad de elegir libremente cuándo tener hijos y cuántos tener, o si tenerlos o no (más allá de que a veces la economía y falta de estabilidad nos “obligue” a esperar), yo he decidido que no quiero tener más.

Hace algunas semanas leí en una red social, el comentario de un señoro (y por señoro entiéndase, un machista), que decía que la natalidad está tan baja en Europa porque hoy en día las personas (entiéndase por personas, las mujeres, por supuesto), somos unas egoístas (¿veis como si era mejor que ya me llamase así yo solita?), argumentando que es que “antes” nuestros abuelos tenían cuatro, cinco y seis hijos, y que “a todos los sacaban adelante.” Bueno, eran otros tiempos, my friend… Mi abuela por ejemplo pudo -y tuvo que- quedarse en casa cuidando a sus hijos mientras mi abuelo trabajaba; tenía una red de apoyo de mujeres maravillosas en la familia que le ayudaban; no se ganaba mal y se pudieron comprar una casa… Y mis padres, aun cuando sólo tuvieron dos hijas, un poco lo mismo. Sí, eran otros tiempos; para nadie suponía un problema que literalmente le quitase el sueño la llegada inminente del próximo recibo de la luz, y de cualquier modo tampoco estaba tan extendido ni tan accesible como hoy en día el uso de los métodos anticonceptivos, que sino no sé yo si aun con todas aquellas “facilidades”, mi tío Jacinto, el número siete, habría llegado a existir.

Pero que en definitiva esto es una decisión muy personal, y que lo que trato de reivindicar (y de celebrar) es precisamente eso: la libre elección. Fenomenal si tienes una familia numerosa maravillosa o si está en tus planes tenerla, y deberíamos seguir luchando todos como sociedad para garantizar que quienes la tienen o quieran tenerla, cuenten con los medios necesarios para mantenerla, que haya empleos dignos, porque sino es que lo de la libre elección no sería tal realmente, pero que sea porque tú así lo quieres, porque eres consciente de tu elección, y no sólo porque haya que seguir trayendo niños al mundo, a uno que además, como he empezado diciendo, es tan incierto como el camino que se esconde más allá de la niebla.

 

Lady Sparrow