Pues sí que está completo el catálogo de Tinder sí, que me he encontrado ni más ni menos que a todo  kiski haciendo match paunlao y palotro.  

-Mamá, el hijo de la vecina de enfrente, ¿no estaba casado? 

– ¿El pequeño? ¿Por qué? 

-Sí. Porque le he visto en Tinder. 

-… 

-Mira, te voy a enseñar el perfil. 

Se pone la gafa… 

-Pues si se ha debido de separar, sí. ¿Por qué pone que la pizza le da igual con piña o sin ella? ¿Y le has  dado que te gusta y por eso ves el perfil? 

OJO que una madre puede sorprenderte con sus conocimientos de Tinder, pero aquello fue solo una  captura de pantalla. Como la que le hice a medio colegio, cuando me los encontré en Tinder después de  darle like hace unos años a las fotos de sus bodas en Feisbur. Tíos que me caían bien, mal, regulín y literalmente como el culo. Hoy voy a confesar, que hasta algún rollete de la adolescencia ha circulado  recientemente por la pantalla de mi móvil y he revisado sus perfiles con la mayor de las curiosidades.  Solo diré, que a veces las personas cambiamos mucho, o nada. 

En Tinder estamos todos, así que no te sorprendes si un día vas al supermercado y te cruzas con el  reponedor que te salió unos días atrás, el chico del estanco, compañeros de oficina, el camarero del bar  de la esquina, el vecino de dos calles más abajo que suele ir siempre acompañado de una mujer, o, para  tensión máxima, el vecino que sólo ves fumando en el portal. Basado en hechos reales. ¿os acordáis de  las guías telefónicas que repartían anualmente? Pues ahora Tinder es lo mismo, pero en digital. Si ponen  a Carlos Sobera haciendo una breve presentación de cada perfil, y en un momento podemos organizar  un “Volverte a ver” en toda regla. ¡Qué lástima! 

Si todavía no sois conscientes de la magnitud de la gravedad, añadir que me he encontrado a gente de la  farándula. Y hubo una ocasión, que ese hombre que estaba en mi teléfono, lo estaba también en la  pantalla de mi televisión simultáneamente. También me he cruzado con gente del Tinder del pasado, a  algunos los he recibido con alegría, otros no tanto. Otros me han llevado incluso a plantearme si en  algún momento lo han abandonado. Por favor, que me he encontrado a mi ex más reciente, al otro que  fue el que en más pedazos rompió mi corazón, y a mis dos amigos masculinos del alma, ¿cómo se  gestiona eso? ¿Está fallando el algoritmo, o es que somos demasiados para tan poco espacio? Para  garantizar que en Madrid no te vas a encontrar a tu ex, está muy bien Tinder en contraposición, la  verdad.  

-Papá, ¿tú te acuerdas de aquel chico que iba conmigo a natación cuando tenía 13 años? -No recuerdo el nombre ahora, pero creo que sí. 

-Mira, mira, le he visto en Tinder. 

– ¿Y tú qué haces en Tinder?

-Pues lo que todo el mundo papá, lo que todo el mundo. Y cuando digo todo el mundo, lo digo de  verdad. 

Yo solo quiero terminar rezando para que ojalá, que todos esos hombres de mi vida, no me hayan visto  a mi primero. En definitiva, Tinder se parece cada vez más a un duelo de vaqueros en blanco y negro.

Paula May