He tenido relaciones complejas con muchos hombres, pero a decir verdad, las relaciones más complejas de mi vida no han sido con mis novios, han sido con mis amigas. Simplemente porque por alguna razón esperas más de una amiga que de un hombre.  A veces, tenemos demasiado altas las expectativas en lo que a la amistad de refiere.

Creo que empezamos asumir que el amor no es ni debe ser perfecto, que hay momentos buenos y malos, rachas mejores y peores, discusiones y reconciliaciones,  que hay que aceptar al otro con sus imperfecciones, y sin embargo, en cuestión de amigos, tendemos a idealizar todo un poco más y no ser tan flexibles los unos con los otros. No asumimos que nuestras amigas, aunque nos quieran, tampoco son perfectas. Y es que nosotras tampoco lo somos.

Vemos constantemente en televisión como la amistad es ese clavo ardiendo a lo que agarrarse, como en un mundo “líquido”, en el que el trabajo o la pareja ya no son ideas estables, tus amigos deben ser aquello que permanece. ¿Pero realmente alguien no ha perdido nunca una amistad con el paso del tiempo?

Si cuando éramos más jóvenes podíamos dedicar horas a simplemente charlar en un parque, o estar tiradas en la cama, colgadas del teléfono, con el paso de los años, las cosas cambian. Parejas, trabajos, pisos, hijos, responsabilidades… Cada vez cuesta más reunirse, poner una fecha en el calendario para una quedada y que no te falte alguien, hacer un plan improvisado es una utopía…  Mucho más difícil si la vida, o la crisis, han llevado a parte del grupo a vivir a otra ciudad, o a otro país, y lo que te queda, son las noticias que llegan a través de los pitidos del grupo de chicas en el Whatsapp.

Conservar tus amistades se hace más difícil. Ya nada es lo que era, pero es en esos momentos en los que te das cuenta de cuáles son las personas que realmente merecen la pena. Cuando aprendes a diferenciar entre lo que han sido compañeros momentáneos, y entre lo que de verdad son amistades para toda la vida. Igual que hay parejas que van y viene, y otras que llegan para quedarse, si no para siempre, sí durante una larga estancia, puede que debamos entender que con nuestras amistades a veces pasa algo parecido.

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A veces es la distancia, el cambio de una etapa como dejar el instituto o la universidad,  o simplemente el paso hace que la relación con esa persona se vaya simplemente diluyendo (aunque las redes sociales han sido muy buenas para evitar esto, y si se quiere, aunque de diferente manera, el contacto se puede seguir manteniendo). En otras ocasiones son despedidas sanas y necesarias. Sabemos que hay relaciones de pareja que son tóxicas, y de las que debemos alejarnos en seguida. Sin embargo nos cuesta mucho más decir “adiós” a una amistad dañina. Desde luego no sólo “los hombres” pueden perjudicar nuestra autoestima, o querer acaparar todo nuestro tiempo y espacio social. Con el tiempo te haces más sabia, y eso te permite aprender a diferenciar entre las que son tus amigas, y las que no.

Hay personas que entran en nuestra vida por un motivo, pero que también deberán salir por otro. Si existen los rollos pasajeros, hay que asumir que existen los amigos temporales. O que pese a haber compartido un largo tiempo con una persona, como un largo noviazgo, llega un punto en el que ambas habéis cambiado y ya no tenéis nada en común. A veces sin que exista un motivo, otras por simples malentendidos, debemos asumir que no todas las amistades nacen para durar, y que sin embargo disfrutamos o aprendemos de cada una de ellas.

Por eso, en cuestión de relaciones, el amor no se diferencia tanto de la amistad. Hay que saber distinguir a quien te valora, de quien no lo hace, quien está dispuesto a dar y no solo recibir. Quien te quiere y te acepta como eres sin que tengas que fingir o aparentar. Quien tiene paciencia y te comprende. Quien aunque esté lejos, se esfuerza por mantener el contacto y  quien aunque esté ocupado, saca tiempo para un simple mensaje de “cómo estás”. A veces cuesta verse, pero no “saberse”.

Por eso, puede que con los años no tengas tantos amigos, pero los tendrás mejores.  Y será con esas personas con quien te merezca sacar tiempo de dónde no lo hay, con quien tirarte horas hablando por una llamada con una “urgencia sentimental”, y morirte de la risa frente a una copa de vino. Porque como en el amor, el haber tenido “amistades difíciles”, no quiere decir que no merezca darlo todo por esas amistades que realmente merecen la pena.

Autor: Silvia C Carpallo, autora del libro ‘El orgasmo de mi vida’