La única forma de separarme de él fue cambiar de huso horario

Creo que todos hemos crecido con la idea errada de que las rupturas son como vemos en las pantallas: una conversación y ya está, se acabó. Pero eso está muy lejos de ser la realidad. Las rupturas pueden ser largas, intermitentes, y a veces incluso imposibles. 

Conocí a Joaquín cuando estaba por cumplir veinte. Él estuvo ahí en mis “primeros” todo. Mi primera vez, mi titulación, mi primera borrachera, la primera vez que me fui a vivir sola… Al principio tuvimos una relación muy bonita, pero pasados los años, comenzamos a discutir por todo y ya fue difícil parar. Para mí, simplemente crecimos y nos convertimos en personas diferentes a las que éramos cuando nos enamoramos. 

A raíz de este distanciamiento hubo una infidelidad, él alegó que yo ya no lo entendía y que necesitaba un desahogo, y yo alegué que me valía verga porque seguía siendo una traición. Esa fue la primera ruptura. Pasamos meses separados en los cuales él no paraba de insistir que me amaba y lo sentía. Mucha presión después, decidí darle otra oportunidad. 

Muy poquito tardé en darme cuenta de que ya no le quería, quizás por eso la infidelidad no me había dolido tanto, en algún punto del camino, no tengo claro cuando, me desenamoré y eso está bien. Entiendo que pasa, no somos ni la primera ni la última pareja en quedarse sin amor. 

Intenté cortarlo otra vez al darme cuenta de lo que faltaba, y esa fue nuestra segunda ruptura. Pero no fue fácil, cuando me enfermaba sentía que lo necesitaba, cuando tenía algo importante que contra sentía que lo necesitaba, y el conflicto que esto me causaba era tremendo porque estaba completamente segura de que ya no lo amaba. Creo que era costumbre, quizás, pero sin querer y sin ser lo ideal comenzamos a vernos de nuevo. 

Desde afuera era solo una relación tóxica, desde adentro era simplemente buscar confort en la persona conocida. Él veía otras personas, yo veía otras personas, y cada tanto nos veíamos nosotros.

Era claro que en ese limbo no iba a prosperar. En una oportunidad me gustó muchísimo un chico, pero sabía que no podía comenzar una relación mientras tuviese ese vaivén con Joaquín, a quien seguía sin poder soltar, aún sin quererlo. Era lo más extraño del mundo, había veces que su sola presencia me molestaba y otras me moría de ganas por pasar tiempo con él, contarle algo, o pedirle un consejo. Supongo que aunque el amor se acabó, queda amistad y aprecio. 

Han pasado cuatro años desde esa segunda ruptura, y las cosas son cada vez más difíciles, siguen molestándome sus actitudes o cosas que hace, pero no tengo el estatus para hacer ningún tipo de reclamo  y estoy segura de que él siente más o menos lo mismo. Lo he intentado todo, terapia, cambiar de hábitos, incluso nos hemos jurado mantenernos alejados y no lo hemos conseguido.

Entonces tomé una medida desesperada e hice lo único que creo que puede funcionar: me compré un boleto de avión a una ciudad con un huso horario y clima diferentes a la mía, le dije a mi familia y amigos que me iba por una oferta de trabajo que no podía rechazar, y les cuento a ustedes esto porque necesitaba que alguien supiera la verdad de mi partida: que tuve que dejar mi vida y mi hogar para poder soltar y volver a empezar. El aire fresco me ha sentado bien y a pesar del sacrificio, fue una buena decisión. 

 

Anónimo

Envía tus movidas a [email protected]