No sé en qué momento de la humanidad, el porno decidió dar una imagen del sexo que es totalmente falsa, y no nos hizo ningún favor.

Que todos sabemos que cuando echamos un polvo nos ponemos tacones de aguja, no se nos mueve ni un pelo (es más es que ni si quiera tenemos de eso NUNCA), no sudamos y además todos tenemos un curso en el “Circo del Sol”… Y al final el Circo se monta efectivamente. Las mujeres en cuanto nos tocan nos ponemos a gritar, porque las mujeres tenemos un interruptor que enciende LA LUZ, y estamos a disposición del macho que es el que maneja el cotarro (por supuesto) y que es capaz de darle 45 minutos sin parar sin que sus glándulas sudoríparas trabajen. Y todo funciona a la primera.

Tenemos siempre la mejor cara de todas, como si una pose estudiada para un selfie de instagram se tratase. Escuché muchas veces eso de “Culpo a Disney de mis altas expectativas con los hombres”, yo es que de esa frase paso bastante, yo quiero que alguien diga en alto “culpo al cine de mis expectativas irreales en el sexo”.

Porque todo esto es mentira. Todos tenemos pelos, todos sudamos, los pedos vaginales existen, somos más de hacerlo en un coche que entre sábanas de satén, las mujeres no nos corremos cuando nos tocan, no hay un interruptor que apretar, los hombres no tenéis que aguantar 70 minutos dándole. A veces es sucio, todos ponemos caretos y cuando acabas de follar no huele a jazmín y rosas del campo, huele a eso, a sexo. Y no pasa nada, porque a (casi) todos al final a pesar de no ser perfecto nos gusta. A veces no sale todo como nos gustaría pero no pasa nada, que eso tampoco nos lo dicen que no es un drama, que no os puntúan (y si lo hacen pues aire), follar no es un examen y de las experiencias se aprende.

La vida no es una película porno, ni falta que hace.

 

La Sonrisa de Miércoles