Si algo aprendemos las mujeres en la adolescencia como un mantra es aquel dicho de Prometer y prometer hasta meter, y una vez metido olvidar lo prometido. Este dicho era para conservar el himen como protector emocional, y no le dábamos ningún otro sentido al refrancito popular.

Parece ser que no solo nos avisaba de tener cuidado de que nos creyeramos cualquier cosa antes de que nos empotraran puesto que podría ser ese mismo el único objetivo, sino que pretendía mantenernos alerta de que no nos la metieran, pero doblada amigas.

Y es que, queridas, parece que algunas promesas pierden intensidad y flaquean cuando el que ha tomado nuestra palabra tiene fe ciega (ojo, que la desconfianza plena también es muy traicionera). Que un pinchito de una noche prometa llamarte y no lo haga, jode; pero que tu pareja te prometiera la Luna y no te diera ni una foto de esta duele mucho, desestabiliza la relación y la ubica a una en un mar de dudas.

Algunas de las promesas que todo hombre en época de Romeo hace y que muchas veces rompen son:

 

1. Nunca te haré daño.

Típica frase que te suelta tu enamorado al inicio de los inicios, pero, ¿cuántas veces no se rompe esta promesa?. Somos seres especialmente vulnerables cuando estamos en pareja y esta es la que tiene más armas en su mano para rompernos el corazón. Discutir es normal pero a la primera que se saca la artillería pesada llega la primera fisura al corazón.

 

2. Te querré hasta el fin de los días.

Eso a lo mejor en el siglo XV era factible, pues la esperanza de vida era hasta los cuarenta y pocos y ya me parece mucho querer; veremos si le dura ese amor tan puro e intenso que dice tener más de un par de meses y el cariño más allá de un par de años. Jurar amor eterno es la mayor tontería del romanticismo y la que más nos creemos, de ahí que la gente no pare de casarse (o mismas promesas en privado) para seguirlo de un bonito divorcio.

 

3. Siempre me vas a gustar; flaca, gorda, calva o arrugada.

Pero el día que te has cortado el pelo se le ha torcido el morro; los kilos que has cogido no le han hecho ninguna gracia y ya no te desea o cualquier otra tontería relacionada con la imagen; y eso que ese señor juraba y perjuraba que te amaba por tu forma de ser.

 

4. Siempre te lo contaré todo.

«menos que mi ex no para de pedirme que vuelva con ella», «excepto que me me he gastado el dinero de las vacaciones en la PS10.000», «pero no que no quiero pasar tanto tiempo contigo desde hace tiempo porque tengo dudas sobre nosotros» y un sinfín de ejemplos. Todos somos muy celosos de nuestra intimidad, y especialmente cuando algo puede poner en riesgo nuestra relación o generar un conflicto que no nos apetece enfrentar. Por algo es que alrededor de un 80% de los hombres y más del 50% de las mujeres admiten haber cometido al menos una infidelidad.

 

5. Si se torcieran las cosas entre nosotros intentaría arreglarlo por todos los medios antes de dejarlo.

Muy fácil es decir que uno luchará por otro hasta el fin de los días cuando uno está full de oxiticina, la hormona del amor, pero cuando se encuentra en medio de una crisis no se sientes las mismas fuerzas para tirar del carro. Las opciones del dialogo y/o la terapia de pareja siempre están ahí, otra cosa es que uno quiera agarrarse a ellas, más fácil es para algunos agarrar las maletas y acogerse a una nueva vida.

 

6. Nunca te sería infiel.

¡Pues mira los porcentajes comentados en el punto 4!

 

7. Siempre serás mi BAE.

Super bonito ser la Before Anyone Else de alguien, pero, ¿cuánto dura esto? Entonces llega ese día en que prefiere quedarse en casa que acompañarte a algo donde necesitas tu apoyo y se te cae de golpe y porrazo del pedestal.

 

8. Te seguiré hasta el fin del mundo.

«Pero si a mi me conviene» tendría que haber especificado. En serio que el enamoramiento es una droga muy mala, ¡niñas, no os drogueis! Hay que poner un poquito más los pies en la tierra a la hora de hacer promesas que no tenemos la certeza que cumpliremos.

 

9. Si algún día lo dejamos (no porque yo quiera) te conservaré en mi vida, aunque sea como amiga.

JA JA JÁ! Claro que sí guapi. Lo dejamos porque se nos ha acabado el amor, quizás porque nos hemos decepcionado mutuamente demasiado, porque no fluimos… y por eso quiero conservarte en mi vida, para recordar cada vez que te vea que te rendiste con nosotros o que me fuiste infiel. No chati, no; que cada uno siga su camino.

 

¿Conoces otras promesas de Romeos y Julietas que suelen quedar en palabras que se lleva el viento?