No soy en absoluto experta en esta materia, pero por desgracia he identificado más de una situación vivida en segunda o tercera mano en las afirmaciones que pude leer en el Huffintong Post esta semana, o en alguna ocasión en WLS (te recomiendo que eches un vistazo).

—¿De verdad te has puesto esa camisa transparente para salir con tus amigas?— recriminaba él, mientras señalaba la prenda que había excluido de la colada.

Esa situación es real. Por suerte el zopenco que había apartado la camisa con transparencias del cubo de la ropa sucia está lejos de nuestras vidas. Pero durante un tiempo estuvo muy cerca y actualmente está con otra chica.

No hay gestos o aspavientos violentos, no hay insulto explícito, podía pasar inadvertido, como un «pique» sin más entre una pareja. Pero no lo es. Es una abominación normalizada.

novio maltratador

Por suerte, vivimos en una era en la que la sensibilización ante el maltrato, físico o psicológico, ha aumentado exponencialmente. Tenemos información y herramientas para detectarlo y protegernos. Me hace feliz pensar que las generaciones que están recibiendo «educación» desde la cuna, lleguen a ser capaces de identificar comportamientos vomitivos y los paren a tiempo.

Antes de enumerar las claves que recopila el diario estadounidense, debes entender un término que para mí era desconocido hasta hace poco. Luz de gas.

La forma de llamar a esta modalidad de maltrato proviene de la obra de teatro británica de 1938 Gas Light, adaptada al cine en 1940. Mira si no ha llovido desde entonces. En ella, un machirulo de la época hace creer a su mujer, mediante la manipulación de objetos de la casa, que tiene pérdidas de memoria y que se está volviendo loca.

En 1980 Florence Rush, activista feminista estadounidense, afirmó:

«la palabra gaslight es usada para describir un intento de alguien de destruir la percepción de la realidad de otra persona»

Ahora sí, las claves que nos dan para identificar a la persona que está tratando de volverte loca son:

  • ¿Qué dices?, eso nunca pasó. Un Gaslight de manual.

«La víctima empieza a cuestionarse sus propios instintos y pasa a fiarse más de la ‘realidad’ creada por el manipulador. Cada vez se vuelve más dependiente de él» explica la trabajadora social Lisa Ferentz

  • Señalarte como una persona demasiado sensible ¿Quién no ha recibido ese tipo de observación también fuera de una relación de pareja? Te sientes mal por enfadarte con alguien que te acusa de sensiblera. Tus emociones se van por el retrete y llegas a intentar que no se note que te afecta para que no se molesten contigo.
  • Acusarte de estar loca y, OJO, es una percepción compartida con el resto de personas de tu entorno.

«Difunden esas mentiras entre los familiares y amigos de la víctima para intentar aislarla más. De este modo, consiguen que los demás se pongan de parte del maltratador. Esto reduce las probabilidades de que alguien se crea la versión de la víctima; las desconectan de los recursos que las ayudarían a escapar» señala Ferentz.

  • La culpa es de tu mala memoria. La culpa siempre proviene de algo que está en ti. Nunca del maltratador.
  • Siento mucho que PIENSES que te he hecho daño. tócate los pies. Siento que pienses… vete a la mierda. Yo siento que existas.
  • Si ya sabes como me pongo. Si ya sabes que soy celoso, ¿por qué te pones esa camisa para salir sin mí? Quizá el que más reconozco haber presenciado.

La anulación a la que la víctima es sometida se justifica muchas veces con otras frases como «Es por tu bien. Quiero lo mejor para ti. Yo me encargo, que tú no estás bien».

Si te has visto reflejada en alguna de estas situaciones, aquí tienes más información para que puedas empezar a salir de ella.

@Loryzepam_