Gordas en la tele

Todas las que nos movemos por estos lares somos conscientes de que los cánones de belleza son una gran caca y que no deberíamos sufrir por ello, pero lo cierto es que me cuesta mucho dar con una mujer a la que no le afecte, aunque sea un poquito, especialmente si creció escuchando los Pitufos Maquineros o el Barbie Girl de Aqua como yo.

La década de los 90 y de los 2000 fueron tiempos oscuros para las niñas que buscábamos un referente en esas mujeres que aparecían en los medios, pero si encima eras gorda estabas doblemente jodida. Porque, ¿a cuántas mujeres gordas recordáis en televisión durante esa época? Esta misma pregunta la lancé en mi perfil de Instagram y he aquí mis conclusiones.

Humoristas 

Las mujeres en pantalla que no se acogían tanto a los cánones se dedicaban a la comedia, vamos, que era actrices. Teté Delgado, Carmen Machi o Loles León fueron algunas de las mencionadas y sí que es cierto que en un contexto humorístico parecía que ser gorda no era tan grave, de hecho, hasta podría resultar más graciosa. ¿Estaba Carmen Machi gorda o es que no cabía en una 36 de pantalón? También es digno de analizar lo que para nosotras significaba “ser gorda” en aquel momento.

Señoras 

La mayoría de los nombres que salieron en la encuesta eran de mujeres que pasaban los cincuenta y tantos: Marisa Porcell de Escenas de Matrimonio, Marisol Ayuso (la madre de Carmen Machi en Aída), Emma Pennella (Concha de Aquí no hay quien viva o Empar Ferrer (secundaria de la misma serie). Como le decía a un amigo, parece que solo se nos permitía estar gorda si ya llegábamos a una edad, porque es en ese punto en el que la sociedad deja de ver a la mujer como un objeto de deseo y pasa a un segundo plano de madre o abuela, vamos, lo que viene siendo el edadismo.

También es interesante señalar que, además del tema de la edad, asociamos fácilmente gorda a “señora”, “ama de casa”, “limpiadora”, “cuidadora”, etc. 

Cantantes

Como niña gorda que fui flipé en colores cuando apareció en escena Rosa López, nuestra Rosa de España, que más allá de la lluvia de críticas y que si ha perdido más o menos peso, fu la primera mujer joven gorda que teníamos en televisión y que triunfaba POR SU TALENTO. Pero no solo nos conquistó (al menos a mí) por su voz, sino por ser buena compañera, por su espontaneidad, su carisma y qué coño, por su sex-appeal también.

Por primera vez tenía un referente que se ajustaba más o menos a la realidad y se asemejaba a mis objetivos. Yo no aspiraba a ser madre, abuela, ama de casa… yo quería trabajar de lo que me gustara y petarlo ¡sin importar mis kilos! 

Y no solo se convirtió en un ejemplo a seguir para mí, sino que me ayudó a normalizar que hubiera mujeres cantantes cuyo valor no girase en torno a su físico. Dicho de otra manera, hasta la fecha la única cantante gorda que conocía era Montserrat Caballé y pensaba que si eras cantante y gorda era por exigencias del género lírico y no porque una mujer pueda estar gorda y punto. Acostumbrada a encender la tele y encontrarme con Sonia y Selena o Thalía pues… era un shock, la verdad.

 

Con relleno

Otra cosita que mencionaron en la encuesta y que no quisiera que pasara inadvertida es que, a veces, las mujeres gordas que aparecían en ficción no eran realmente gordas, sino que se les ponía relleno o se usaba algún efecto digital para simularlo. Un gran ejemplo de esto sería el personaje de Monica Geller de Friends. En algunos episodios de flashbacks o en que los protagonistas imaginaban un presente alternativo caracterizaban a la actriz Courteney Cox (una mujer objetivamente delgada) usando prótesis y maquillaje. Algo parecido a lo que hicieron con Gwyneth Paltrow en la película Amor ciego.

Total, que para ser gorda en la tele y que no te crucificaran por ello había que tener un buen pretexto. Ahora sigue ocurriendo, por supuesto, la gordofobia sigue atacando y me atrevería a decir que de forma más sutil. Lo que sí ha cambiado es que tenemos referentes de toda clase de mujer en los medios y en las redes sociales, que somos conscientes y ponemos cara al enemigo y, sobre todo, que nos sentimos menos solas y más fuertes en todo esto.

 

Ele Mandarina