No sorprendió a nadie cuando Paula apareció llorando en el bar porque Jesús la había dejado. Llevaban juntos casi 6 años, eran de esas parejas que todo el mundo da por hecho que estarán juntas siempre. Pero llevaban unos meses tan malos que su pandilla estaba deseando que pasase algo.
Cada viernes quedaban todos en el mismo bar del centro para tomar unas cañas al salir de trabajar. A veces salían de marcha después, otras veces se retiraban temprano y la mayoría de las veces se quedaban allí hasta que el bar cerraba ya de madrugada.
Hacía ya muchos muchos viernes que la situación estaba tensa cuando estaban los dos. Paula solía llegar primero y se la veía bien, tranquila, graciosa, como siempre. Cuando Jesús llegaba el ambiente se enrarecía y se ponía tenso. Ella ya no era tan graciosa, él ponía gestos serios cada vez que ella daba su opinión sobre algo, ponía los ojos en blanco o directamente la increpaba delante de todos sin que nadie supiese muy bien el motivo.
Un viernes fue él quien llegó primero al bar. Sus amigos le preguntaron directamente qué pasaba entre ellos, qué iba tan mal como para que la tratase así. La sensación que ellos tenían era de que, de pronto, ella le molestaba. Él, avergonzado porque sus amigos se dieran cuenta, les dijo que ya no estaba enamorado. Que la quería, pero como se quiere a una amiga, a una prima, pero no a una novia.
Tenía mucho miedo de dejarla y arrepentirse y por eso estaba aguantando, pero al forzarse tanto a estar con ella, empezaba a no estar cómodo a su lado. Todos opinaban lo mismo, aquello les haría daño a los dos y era mejor terminar bien que acabar echándose los trastos a la cabeza.
Parece que la charla surtió efecto mucho antes de lo esperado, pues el siguiente viernes Paula llegó temprano para contar su ruptura y retirarse temprano para no coincidir con él. No estaba preparada todavía.
La pandilla estaba de acuerdo, ellos no se posicionarían, apoyarían a ambos en su proceso y aceptarían si querían seguir yendo o no según cómo estuviesen de cómodos.
Ella dijo que pronto podrían estar juntos con el resto, a él se la había acabado el amor, no tenía culpa de nada, pero por ahora prefería tomar distancia un tiempo.
El siguiente viernes Paula no fue, como había dicho, y Jesús se presentó en el bar con una chica. Era opuesta totalmente a Paula (al menos físicamente). Cuando ella fue al baño él les contó que la estaba conociendo, que pare él el duelo había sido durante la relación y que nadie puede poner diques al amor…
Dos semanas más tarde, mientras él iba a comprar tabaco al bar de la esquina, la nueva novia de Jesús contó algo que habían hecho juntos, pero que no encajaba. Dijo algo de navidad, pero estábamos en marzo, entonces una de las chicas de la pandilla le dijo “¿Pero cuanto tiempo lleváis juntos?” Ella se tapó la boca y dijo sonriendo tímidamente que 9 meses. Les pidió que no le dijeran que lo había contado. Sabía que ellos no se habían tomado bien su ruptura con Paula y que por eso había tardado tanto en presentarla, pero ahora que los conocía no creía que la fueran a despreciar por ser quien ocupase el lugar de su ex, con la que supuestamente había roto hacía un año.
No daban crédito a lo que oían, así que cuando llegó Jesús, el chico que más se había implicado con él cuando le dijo estar pasándolo tan mal, se levantó lleno de rabia e impotencia.
La chica se encogió creyendo que quizá Jesús tenía razón y sus amigos no le perdonaban haber dejado a Paula. Entonces aquel chico dijo “Jesús, ¿puedes decirle a tu novia aquí delante de todos nosotros cuando rompisteis Paula y tú?” Él se puso pálido, la miró y le dijo a ella algo como que ellos no sabían toda la historia, pero su amigo lo interrumpió de nuevo “No hace ni un mes que yo mismo te recomendé que la dejaras porque no os veía bien, no me vengas con milongas. No íbamos a posicionarnos en esta ruptura ni lo haremos, pero tampoco permitiremos que nos dejes a nosotros como metiches y mentirosos ni vamos a dejar que engañes a esta pobre muchacha con nuestro beneplácito”. Dirigiéndose a la pobre chica le contaron entre todos cómo habían sido las cosas en realidad.
Él se indignó, se enfadó, aún tenía más que decir, cuando decidió irse y le dijo a su novia “¡Vámonos de aquí!” y ella le dijo que no, que quien se debía ir era él y que no la volviese a llamar más, que ella debía quedarse para que alguien le ayudase a disculparse con aquella mujer a la que tanto daño había hecho sin saberlo.
Alguien llamó a Paula y juntas, arropadas por aquel grupo de amigos, lloraron durante largo rato contándose lo vivido en los últimos meses. Le pidieron a aquella chica que volviese el siguiente viernes. Sustituyeron su número por el de Jesús en el grupo de WhatsApp y, aunque Paula tardó en volver a sus quedadas semanales, hoy en día son amigas y se ríen de aquella vez que un hombre las utilizó y salieron airosas (o casi).
Escrito por Luna Purple, basado en una historia real.
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