Sí, soy gorda e hipocondríaca. Y es una putada.

A mis 26 años he sentido 245 veces que la vida se me iba, que me iban a diagnosticar una enfermedad incurable aproximadamente unas 124 veces y he pensado otras 723 de qué color iba a pintar las paredes de la habitación de mi futuro hijo no deseado.

Es sabido por todos que los médicos son personas humanas y se pueden equivocar y que por eso hay que consultar a un mínimo de 4 doctores; y si aún queda alguna duda siempre estará Google, que no tiene 7 años de carrera y 25 de residencia, pero… ¡ojo, lo que sabe!

Tu mente sabe perfectamente que un simple granito puede convertirse en una tremenda erupción cancerígena que acabe colapsando tus vías respiratorias. También eres consciente de que cualquier síntoma que dure más de un par de días empieza a ser preocupante y puede derivar en metástasis. Además, sabes también que aquel que no tenga en su casa antibióticos de estraperlo, (solo por si acaso), es un irresponsable.

Estás perfectamente al tanto de que antes de llover, chispea; que 3 test de embarazo nunca son suficientes y que por mucho método de protección que utilices, la sombra del embarazo siempre, SIEMPRE, estará ahí; que anda que no hay personitas por ahí pululando que son hijas del DIU, de los condones rotos y de los despistes de la píldora, ¡hombre por favor!

Y si no lo sabes, te lo digo yo: palabra de hipocondríaca.

Ahora bien, ¿qué pasa cuando eres una neuras de la vida como yo y además eres gorda? Muy sencillo, que cualquier facultativo que se tercie siempre va a tener la misma respuesta: eso es culpa de los kilos.

¿De los kilos? Sí, de los kilos de angustia que me entra a mi cada vez que me decís eso. Hasta donde yo se, que me duela una muela o me salga una erupción en la rodilla nada tiene que ver con los kilos que me sobren o me dejen de sobrar. Que los flacos también se constipan, tienen esguinces, pólipos y cagalera, ¡hombre por favor!

Entiendo que el sobrepeso puede causar miles y millones de problemas, nadie dice que las gordas vivamos en la inopia y nos pensemos que comiendo donuts y pizzas everyday vamos a estar sanas como un roble. Pero es que amichis, que no cunda el pánico, atended bien, HAY GORDAS QUE SE CUIDAN Y ESTÁN SANAS. Alucinante ¿verdad? Hasta las hay que hacen deporte. ¡Qué cosas eh!

Otro tema diferente es que estén como una jaca peralta como yo y sufran en silencio cada noche pensando en las miles y millones de posibilidades que hay de que me contagien la poliomielitis o la fiebre tifoidea. Pero como decía mi abuela, mejor prevenir que curar.

PD: Desde aquí mando un saludo a todos esos señores y señoras que se creen médicos y nos aconsejan cada día en nuestro foro o a través de las redes sociales; llevo mucho mejor lo de la hipocondría desde que aparecieron en mi vida.