Todos los días, para ir a su trabajo en Hacienda, una chica cruzaba en barquita la ría de Bilbao de un lado a otro. Y cada vez que lo hacía y pasaba por el astillero, todos los trabajadores paraban lo que estaban haciendo para mirarla. Mirarla y decirle lo preciosa que era, lo sensual que caminaba, lo locos que los volvía. Tantas veces por allí pasó, tantas veces le hicieron pasillo al verla, que pusieron su nombre a la grúa roja que hoy reina el puerto de Bilbao. Carola. Por Carol Iglesias.
Qué bonito, ¿no? Qué bonito que haya un gigante de hierro rojo con tu nombre para recordar las cuatro veces al día que un montón de hombres te desnudaban con los ojos y, encima, orgullosos te lo decían. Un «guapa» puede ser una falta de respeto cuando lo gritas, lo susurras como una serpiente invasiva, lo repites mientras ella te ignora, se incómoda, se intimida. Nadie te grita «inteligente» por la calle. Igual no lo eres. O igual no lo son ellos, que siguen pensado que tu cuerpo es algo sobre lo que opinar. Si llevas escote, estás pidiendo que te miren las tetas. Si sales de fiesta con una mini falda, será para que se fijen en ti. No seas borde cuando luego te digan que eres preciosa. Como si no lo supieras. Como si necesitases escucharlo. Como si te estuvieran haciendo un favor en lugar de interrumpirte una conversación. Nota mental: verte guapa es un derecho y no un riesgo que correr.
¿Qué pasa si salgo de noche a tomar algo sola? ¿Seguimos estando “solas” si somos dos amigas? Porque esa es la frase. Qué hacéis aquí solas. ¿Alguien me puede explicar cuál es el código de vestuario a partir del cual “provocas”? ¿Algún hombre se ha cambiado de ropa antes de salir alguna vez por creer que “enseña demasiado”? Nota mental: igual lo que hay que enseñar es empatía.
La Carola es un recordatorio, un icono vivo del acoso sexual que a mucha gente sigue pareciéndole normal. Actualmente en el Museo Marítimo hay un Espacio Carol Iglesias reivindicando la verdadera historia de esta mujer, que es un poco la de todas nosotras. Nosotras, que lo que necesitamos y merecemos no es una grúa. Es dignidad. Y respeto.
Amaia Barrena
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