Las  declaraciones del torero Manuel Jesús El Cid  han sorprendido a parte de la población, ya que ha hecho alardes de machismo comparando a las mujeres con los toros nerviosos que se dejan calmar.

– ¿Por qué se le dan tan bien los toros nerviosos?

– Los toros nerviosos no, los toros nerviosos no se me dan bien por mucho que digan, lo que sucede es que los domino al que se deja dominar, porque le voy a decir una cosa: pienso que los toros nerviosos son como las mujeres, la que se deja se deja y la que no se deja creo que comete un error.

Sus palabras han creado una gran polémica acusándole de machista y misógino, pero yo sinceramente no lo entiendo. ¿Por qué les sorprenden? Es torero, creo que con eso no tengo nada más que decir.

A este señor le pagan para torturar animales, y no solo disfruta de ello, sino que se siente orgulloso. Y eso no es una opinión personal, es la realidad, por lo tanto, si partimos de esa base, ¿Por qué nos ha de sorprender que hable con ese desprecio de las mujeres?  Es como si nos sorprendiéramos de que Hannibal Lecter se jactara de comerse a sus víctimas y se riera de ello.

¿Alguien en serio espera que una persona que disfruta con el sufrimiento de un ser vivo, respete a otro que no sea el mismo?

¿Cómo se le puede exigir a alguien así que respete a una mujer?

El machismo existe, y yo creo que últimamente está cobrando más fuerza que nunca, y es porque ve que le quedan los días contados. Al final se extinguirá, y cada vez tiene menos cómplices entre los oprimidos. Y claro cuando a uno le quitan sus privilegios pues le duele. Sobre todo en estos ambientes donde se cree que la hombría va de torturar a un ser indefenso y sin un ápice de maldad. Llámese toro, llámese mujer…

Y lo de comparar a un toro con una mujer pues a mi personalmente como  mujer me ofendería más si me comparasen con el torero. Ya que apelando a mi libertad de expresión y a decir lo que se me pasa por la cabeza como este señor ha hecho, diré que para mí un torero es como un cobarde nervioso, al que le tienen que torturar el toro para que se deje, porque si lucharan en igualdad de condiciones, pues no se deja.

Por eso este señor dice que los toros nerviosos no se le dan bien, igual que no se le daría bien una mujer que no fuese sumisa porque le cuestionaría su hombría y saldría el complejo de inferioridad que tienen todos los machistas a la luz, y eso,  pues no es bonito.

¿Este toro sería de los nerviosos o de los que se dejan?

Pero ya que a este personaje y a tantos como él no les podemos pedir más, lo que sí que deberíamos hacer es dejar de hacerles publicidad, dejar de entrevistarles como si fueran personas merecedoras de algo, dejar de sacarlos en medios como la televisión pública que pagamos todos. Porque ellos no van a cambiar, no tienen capacidad, pero la sociedad sí está en el deber de señalarlos con el dedo como algo a lo que hay que repudiar y que no está bien.

Y también está en la obligación de no darles cabida en ningún medio y en ningún lugar para que ellos puedan expresarse de una manera tan machista y tan repugnante amparándose en su libertad de expresión. Porque señores, la libertad de expresión tiene límites y es cuando se vulneran o se intentan vulnerar los derechos de otras personas con frases tan vomitivas como: «La que se deja se deja, y la que no comete un gran error». Apología de la violación se llama, y del maltrato. Esa es su maravillosas libertad de expresión, Señor Cid.