A LA MIERDA. Es una pequeña expresión, no llega ni a frase, pero pronunciarla en el momento correcto te libera del estrés y te da un gustirrinín…

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No vale a decirlo de cualquier forma, hay que alargar la palabra mierda, saborearla mientras alejas lo que mandas al tomar por el “jander”.

Yo siempre he sido muy organizada, una maestra con cargo que intenta llegar a todo, que todo el mundo esté contento… hasta que decidí que ya había bastante.

Esta expresión se la oía decir a menudo a un compañero mayor, al que no le quedaba mucho para jubilarse (la experiencia enseña mucho de mandar cosas a la mierda). Cuando algo no salía bien, se recibían críticas nada constructivas, pronunciaba estas palabras y pasaba página.

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Al principio me hacía gracia, pero cuando pasé a ocupar su lugar y tener más responsabilidades (y pringar más)  me descubrí a mí misma pronunciándolas.  Y oye, ni yoga ni respiraciones, mandar a la mierda es lo mejor que hay.

Ejemplos de situaciones en las que hay que aplicar este rollito:

Cuando en el curro has dado lo que puedes y aun así recibes quejas→ manda a la mierda la situación, la persona, lo que te provoque malestar… El trabajo es trabajo y fuera está tu vida.

Cuando por enésima vez te encuentras un tío que no vale nada, que te anula una cita, que te decepciona… respira lento y pronuncia: a la mieeeeerda…. ¡Ufff qué bien! Pasa página y cada vez que te venga el recuerdo, mándalo a tomar por saco, hay muchas cosas más que te harán feliz.

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Cuando otra vez has cogido algún quilo (o tres o cinco, que el verano con sus bravas y sus cañitas mola demasiado), no hay manera de quitárselo el muy cabrón… Mándalo a la mierda, eres mucho más que un número en la báscula. Sé feliz y acaba de disfrutar de lo que te gusta, y si quieres perderlo hazlo sin sufrir y sin agobiarte, porque eres estupenda sea cómo sea tu físico. Esto vale para granos hijos de p… también.

Cuando parece que no cumples con las expectativas de alguien (amig@s, familiares, sociedad). Las expectativas que cuentan son las tuyas (y a estas algunas veces también hay que olvidarlas para aligerar peso). No eres responsable de lo que los demás esperen de ti, sino de cómo quieres vivir. En mi proceso de divorcio he pronunciado interiormente “a la mieeerda” al escuchar que no aguanté suficiente, que si me quedaré sola toda la vida… Respira y manda a la mierda, verás que zen te quedas.

Cuando el grupo de mamis y papis no paran de acribillar con whatsapps para acordar sobre temas absurdos. He acabado tan harta de discusiones sobre si comprar regalo a la profe, si hacemos cumpleaños por trimestres o individuales….¡Diosssss! Pasa de la conversación, mándala a la mierda y ya verás que deciden al final solos. Es un ahorro importante de tiempo y energía.

Ahora que has visto su uso práctico, te animo a repetir conmigo:  A LA MIEEERDA….  Deja que todo fluya y verás cuanta calidad de vida y de coco ganas.

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Verònica

En la foto destacada: Fernando Fernán Gómez, padre del más famosos A LA MIERDA!