No pretendo engañaros. Ser pobre no mola. Eso es así, por mucho que insistan con la maldita frase «El dinero no da la felicidad». Puede ser, pero puede ayudar a conseguirla si significa que no te vas a tener que preocupar por ahorrar para pagar las facturas, las matrículas tuyas o de tus familiares, hipotecas varias o simplemente para poder comprarte ese pantalón tan precioso.

No, tener que vivir con el cinturón apretado no mola. Pero pasan cosas buenas cuando eres ahorradora y/o vives con un presupuesto más ajustado que los pitillos del Bershka (aka Fresca o Bresca). Por eso, voy a haceros ver algunas ventajas de tener que contar los dineros.

«¡Quita la zarpa de mi dinero!» -Bola de Pelo, el día que aprendió a ahorrar

  1. Aprendes a vivir con menos. ¿No te puedes permitir ese fular de seda? Pues menos trastos que se enredarán con el bolso. Y si hace frío, la bufanda que te tejió la yaya abriga mejor. ¿No puedes comprarte un somier para la cama? Pues colchón en el suelo, a la japonesa.
  2. Practicas el desapego. «Oye, ¿qué vas a hacer con eso, si no lo usas?» Así te puedes conseguir unos cuantos euriles para guardar o gastar en algo que sí necesites.
  3. Te das cuenta de lo fantásticas que son las cosas de segunda mano. En serio, a lo Macklemore en el thrift shop, hay auténticas maravillas en las tiendas de este rollo. Por ejemplo, yo soy una jodida adicta a los libros, y hay librerías de segunda mano en las que les dan otra oportunidad. Allí puedes encontrarte tesoritos en forma de libro… o dentro de ellos. Yo me encontré un billete de lotería. No estaba premiado, por cierto.
  4. El transporte público es tu amigo. Sí, las horas puntas son el mal, hay gente pesada y a veces solo quieres dormir, leer o mirar el móvil sin distracciones. Pero puedes dormir, leer o mirar el móvil, si haces esto en el coche lo mínimo que te vuelan son los puntos del carné. Y piensa en el planeta.
  5. Desarrollas tu creatividad en la cocina. Vaya, no puedes comprar el foie tamaño XL para montar una pijifiesta. Mejor, porque el foie es hígado de pato enfermo. En lugar de eso, puedes hacer tostas (el pan seco torrado al horno servirá) con fiambres variados que haya por la nevera. Voilà!
  6. Las tres R son lo puto más. Reducir, Reutilizar, Reciclar. Piensa otra vez en el planeta. Puedes reciclar muchas cosas que tienes por casa, como el papel impreso por una cara para hacer la lista de la compra, puedes doblar los bajos de los pantalones si quieres que tengan ese aire modernillo de «me viene todo corto»… El medio ambiente lo agradece.
  7. También desarrollas tu creatividad en cuanto a planes. ¿No puedes hacer un viajazo a Maldivas? El moreno te cogerá igual en la azotea de tu piso, y no necesitas tragar horas en un avión. ¿No puedes ir a restaurantes caros? Te derivo al punto 5. ¿No puedes gastarte el sueldo en mojitos con la squad los fines de semana? Aprende a hacer cócteles caseros. Doy fe de que, tras un par de intentos fallidos, están muy buenos.

En definitiva, tener un presupuesto limitado te da muchas ventajas: aprendes en la escuela de la vida un montón de cosas nuevas, empatizas con el planeta, eres la reina de los truquitos… Y si consigues ahorrar bastante puedes darte un capricho bueno, que de vez en cuando se agradece un montón.

¿Cuáles son vuestros métodos para ahorrar, loversizers? ¡Seguro que se os ocurren muchas más cosas buenas que aporta la vida ahorradora!

 

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