Amamos a Lizzo por muchísimas cosas. Para empezar, y esto es indiscutible, porque es una artistaza como la copa de un pino, tiene un vozarrón increíble y una actitud envidiable. Pero es que además es una mamarracher bien: nos flipan sus outfits maravillosos (que no es habitual ver en cuerpos no normativos sobre un escenario), nos fascina como se mueve (ese twerkeo loco nos hipnotiza) y nos meamos con su cuenta de Instagram. A todo esto hay que sumarle el discurso body positive, de amor a la diversidad y de empoderamiento que tiene SIEMPRE, en cualquier situación.

Por todo esto se está convirtiendo en una señora bien, señora fetén tan influyente y molona que en Vogue UK han decidido dedicarle una de las portada del mes de diciembre, en la que sale posando con un pedazo de vestido de Versace que nos explota el corasón. Y claro, nosotras gritamos, damos palmas y hacemos el bailesito del amor. FANTASÍA Y YA:

La llaman «la reina del amor propio» y no les falta razón. Esta mujer rompe con todos los estereotipos de lo que la sociedad entiende como «diva pop», se los pasa por ese culazo maravilloso que tiene y se come los escenarios a base de talento y confianza en sí misma (y se preocupa por contagiarlo a tope).

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Big black girls, if you’re reading this… you’re a cover star. Nothin less. Period Pooh. Fin bitch. Thank you @britishvogue @edward_enninful

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Además desde Vogue UK nos adelantan algunas de las declaraciones que hace Lizzo. Habla sin tapujos de su proceso hacia el amor propio y de su salud mental:

«Creo que si tuviera 21 años ahora mismo, no podría mantener este estilo de vida sin tener ansiedad y ataques de pánico. Pero, gracias a Dios, mi viaje se centra en el auto cuidado y en conseguir ese amor propio que nos nutre. Porque eso es lo que los artistas necesitan por encima de todo».

Y es que nos parece tan importante que mujeres como Lizzo tengan espacio en publicaciones tan mainstream como Vogue, que no podemos hacer otra cosa que volvernos un poco locas de la emoción. Porque siguen haciendo falta referentes diversos para conseguir librarnos de ese encorsetamiento de «la mujer que deberíamos ser» y empezar a trabajar en «la mujer que realmente QUEREMOS ser». Porque el empoderamiento también está en la diversidad.

Lo de que necesitamos los vestidos de todas las fotos lo dejamos para otro día…