Pues asumo que muchísimas de nosotras habremos pasado por cuestionarnos esto, otras directamente jamás se lo habrán planteado porque una vida sin sujetador se les hace inviable y otras un día sin más tomaron la decisión de dejar libres las domingas no solo los domingos y desde entonces no han vuelto a dejarse sus ahorros del mes en ropa interior para el torso. Me encanta que seamos tan diversas, sí, lo digo.

Hablar de este tema es tender a generalizar muchísimo, porque yo he tenido esta conversación con muchísimas mujeres super distintas y cada una tiene su opinión. Por lo general, las chicas con pechos grandes no se plantean la idea de renunciar a un buen sujetador, esta reflexión suele ir más de la mano de mujeres con pecho mediano o pequeño. Pero qué queréis que os diga, tengo una conocida que tiene las tetas más grandes que he visto nunca y la tía no lleva sujetador jamás y luego tengo una amiga con pecho prácticamente inexistente que no sale a la calle sin sujetador ni aunque la maten.

Yo en este caso voy a lo de siempre: ponte lo que quieras, cuando quieras y porque quieras. A los demás, que les den. Si no quieres llevar sujetador, pero lo que te preocupa es que la señora de la cola del super te mire las tetas con escándalo, que le den a la señora. Así te lo digo, aquí lo de ponernos algo o dejar de hacerlo es cosa nuestra y de nadie más.

Yo he pasado por todas las fases. He vivido a un sujetador pegada, he vivido época en la que no me he puesto sujetador bajo ningún concepto y ahora estoy en época en la que llevo mítica vaina de encaje que no tiene ni relleno, ni aros, ni absolutamente nada que me incomode. Porque en mi caso todo gira en torno a ir cómoda o no, así os lo digo.

Yo llevaba sujetadores con push up, aro y tirantes cruzados a la espalda. Mi sujetador tenía más relleno que mi almohada, de hecho siempre les decía a mis amigos que si algún día me tocaba dormir en la calle yo no tendría problema, porque doblaría mi sujetetas por la mitad y me haría un viscolástico improvisado que ni lomónaco.

Yo soy fiel defensora del ‘hasta que no lo pruebes, no te pronuncies’. Porque a lo mejor tú te crees que no puedes vivir sin llevar las tetas agarradas hasta que un días las dejas sueltas y descubres un nuevo mundo, un mundo mejor, una utopía que cambia tu vida para siempre. Yo lo hice y fui feliz, de verdad que sí, pero tenía mis reservas.

A la hora de tener que correr a alguna parte me hacía daño, yo para ir de paseo por el Retiro un buen domingo por la mañana no necesito que nadie me sujete nada, pero sí que es verdad que para el día a día muchas veces echaba de menos llevar, como diría mi abuela, un buen sostén.

¿Qué he hecho yo? Pues encontrar un sujetador hecho para mí, uno que no me agobie, que no me apriete, que no me suba las tetas a las garganta y que tenga yo la sensación de que no llevo nada llevando algo. Que mis amigas con mucho pecho se descojonan de mi ropa interior al grito de ‘me pongo yo eso y me llegan las tetas al suelo’, pues mirad hijas mías, mala suerte, qué queréis que os diga.

Yo no tengo la solución definitiva. No sé si deberíamos quemar esa prenda de ropa para siempre, si deberíamos obligar a nuestras hijas a usarla en cuanto empiezan a desarrollarse, si deberíamos dejarnos tantísimo dinero en comprar buenos sujetadores o si deberíamos manifestarnos de una vez por todas para que fabriquen alguno que sea bueno, bonito y barato. Lo que sí sé es que esta es la república independiente de nuestro cuerpo, que aquí reivindicamos el que que cada una se ponga lo que quiera y animamos siempre a dar el paso hacia lo desconocido. Si te gusta, te quedas y si no, pues te vuelves, aquí no hay nada definitivo.

Sea como sea, disfrutad de vuestras tetas y queredlas muchísimo, que para eso las tenemos.