Gracias a la vida que me ha dado tanto Loversize, para poder rajar de lo que me de la gana, he conseguido reunir fuerzas para gritar a los cuatro vientos que el mundo de la sofisticación erótica me parece un soberano coñazo. Y si es cuestión de confesar no se preparar café, me animo a decir que el romanticismo de pacotilla también me da una pereza infinita, debo de estar muerta por dentro. Me pongo así de dramática porque en estos temas, sobre todo tras el aluvión de mujeres enloquecidas con las «50 sombras de jarenauer«, me siento como una auténtica outsider. ¿En qué momento tener una vida sexual activa y satisfactoria se convirtió en algo tan complicado?
Hoy en día parece que si no sientes curiosidad por el bondage eres una mojigata y ¡eeeeeo!, resulta que no a todo el mundo le gustan esas cosas. Estoy súper a favor de que la gente disfrute del sexo como le plazca (siempre y cuando sea de manera consciente y pactada por ambas partes) y no es mi intención hacer un juicio moral sobre los juegos de dominación ya que es un mundo que desconozco, pero me inquieta que simplemente sea una moda estética y pasajera. Me encanta que las mujeres, libremente, se pongan un corset o unos zapatos con un tacón de aguja imposible y los luzcan con naturalidad y alegría, faltaría más, pero (y esto es una opinión puramente personal) a mi para sentirme sexy no me hacen falta más que unas bragas monas de algodón y tener ganas de pasármelo teta piruleta. Estoy hasta el mondongo de ese falso mito de la femme fatale, de la erótica femenina, del misterio y de todas esas cosis. Las esposas, las fustas, el látex y todos esos artilugios directamente me bajan la líbido, no están hechos para mi.
Casi todo lo comúnmente entendido como erótico me repele y no soy un bicho raro, pienso mucho en esto y en la mercantilización del sexo. No quiero pecar de carca, pero me parece todo tan prefabricado que pierde toda la gracia. Para mi lo más sexy es la espontaneidad y en mi opinión no hay nada espóntaneo en una mordaza ni en unos pendientes para los pezones (solo de pensarlo me duele la vida). Sentirse sexy y deseada son dos caras de la misma moneda y para eso creo que no siempre son necesarios los aditivos. Además me ofende un poco mucho que el principal objetivo de la erotización sea casi siempre mujer, como si nos hicieran falta complementos: que si el taconazo, el maquillaje dramático, los picardías, las fresas con champán (odio profundamente mezclar productos alimenticios con el sexo porque puede manchar las sábanas y como estoy un poco loca estaría más pendiente de eso que de disfrutar)… es todo tan poco original que me da como repelús. Pero lo que más rabia me da son las expectativas, me explico: parece que si te pones un conjunto de encaje fino y te dejas atar a la cama tendrás asegurada una noche de sexo loco e intenso, pero si no te gusta la lencería eres una dejada y no vas a follar en tu puñetera vida.
El erotismo no es exclusivamente lo que nos quiere vender la industria del porno, cada uno tiene sus preferencias y sus fetiches. En realidad no es más que una cuestión de actitud, como todo. Admito que soy muy facilona y lo que me vuelve loca son unos calzocillos de tela de cuadritos bien puestos en un hombre que me guste. No necesito más.