Me extraña que los hombres me traten bien

 

Os vengo a contar lo que me viene pasando desde hace un tiempo. He tenido varias experiencias en las que por h o por b los hombres que han pasado por mi vida no han estado muy acertados conmigo. No es que me crea el ombligo del mundo y que todos están contra mí, pero es que ha coincidido que he tenido malas experiencias (¿casualidad? No lo creo). Y también que yo no sabía mi valor, que no sabía lo que merecía, que creía que era lo normal sentirme en un segundo plano, como si yo no contara, en mis relaciones sentimentales. Eso es debido a mi historia familiar, como he podido comprobar más adelante. Y es que el amor que recibimos nos marca en el futuro: la manera de relacionarnos con nuestras figuras principales de niñas es lo que nos marcará de adultas en las relaciones.

Sé de sobra que no todos los hombres tienen poca empatía y poca responsabilidad emocional, pero estos años atrás, los chicos que han pasado por mi vida parece que no tenían en cuenta lo que sentía y que solo se preocupaban por ellos mismos, y eso me hizo daño y me llevó a un dolor profundo. Este dolor profundo me obligó a centrarme en mí y redescubrirme y sanar, para lo que fue de mucha ayuda ir a terapia (y aún sigo en proceso).

Aquí os contaré lo que había normalizado, y que ahora sé que no es normal para nada.

 

Creía que era normal que los chicos solo quisieran tener sexo y que yo me relacionara con ellos a través del sexo.

Estuve con chicos que iban a lo que iban, y luego, yo esperaba un vínculo más humano, y resulta que no ocurría. Que nunca querían conocerme en profundidad. Que esas relaciones solo se basaban en el sexo. Y yo creía que era lo normal sentirse así, sentirse como si me hubieran utilizado. Pero en el fondo tenía necesidad de más (vínculo, reciprocidad).

 

Creía que era normal que los chicos miraran por sus necesidades sin tener en cuenta las mías.

Veía normal que ellos decidieran, que lo que hacían ellos tenía más razón de ser que lo que hacía yo. Que ellos estaban más legitimados para sentirse seguros con las decisiones que tomaban, y que a mí siempre se me cuestionaba o no se me creía.

 

Creía que era normal que un chico dijera algo y todos lo alabaran, y sin embargo cuando una chica decía algo, todos cuestionaran sus opiniones.

Creía que era normal que un chico me metiera mano por la cara en una discoteca.

Me pasó varias veces, y lo veía como una señal de que yo era atractiva, de que gustaba. Y ahora sé que es constitutivo de delito.

 

Creía que era normal que el chico con el que tenía un rollo no me dijera palabras bonitas ni se preocupara por mí, y que, finalmente, desapareciera, porque solo era un rollo, y eso parecía que significaba no tener ninguna responsabilidad.

 

Creía que era normal que cuando tenía sexo, no me preguntaran si quería o no quería hacer ciertas prácticas como sexo oral, que directamente lo dieran por sentado.

 

Creía que era normal que me preguntaran si era necesario el condón las primeras veces que tenía sexo con alguien.

 

Creía que era normal que las mujeres de mi casa cuidaran a los hombres y no recibieran los mismos cuidados.

 

Creía que era normal que los hombres con los que estaba no se preocuparan por lo que sentía y tampoco me dijeran lo que sentían.

 

Creía que era normal. Pero ahora sé que no es normal. Y que, aunque fuera lo normal, no sería lo correcto.

 

He de decir que las cosas han cambiado un poco para mí cuando he empezado a priorizarme y a saber cómo me gustaría que me traten. Me ha costado entender que no es lo normal que los hombres me traten mal.

Me ha costado un trabajo interno muy arduo y transitar por lugares muy dolorosos, y aún me cuesta, aunque ya tengo más herramientas gracias a la terapia, a mis amigas, a las lecturas, a las experiencias. Los roles de género y los comportamientos que hemos visto en nuestras familias y en la sociedad en general, nos marcan profundamente, y llega un punto en que puede que tengamos que enfrentarnos a todo lo que nos hace daño, romper ese cascarón para darnos cuenta de que nos están oprimiendo, de que no podemos ser felices encerradas, de que nos merecemos libertad.

A todo esto, quiero recalcar que mi experiencia yendo a terapia me ha ayudado muchísimo. Yo detecté que había un problema en mi vida porque empecé a ser consciente de lo que sentía en mis relaciones, y de que quería cambiar ciertas cosas. Pero, como yo antes, puede haber gente que no sea consciente de sus comportamientos y sus emociones y que, desgraciadamente, a pesar de no ser feliz, no se han dado cuenta de ello. Para mí no ha habido nada mejor que conectar con mis emociones e ir a terapia para saber lo que me hace bien. Ojalá todos tuviéramos la oportunidad de conectar con nuestras emociones y de darnos cuenta. A quien lea esto y se sienta identificada, le animo a que tenga esa humildad y esa valentía de reconocer que algo no va bien.

Os aseguro que no es un fracaso, sino al contrario. Es una victoria cogerte de la mano y ayudarte a ti misma a recorrer ese camino. Requiere de dosis de sinceridad, de mucha voluntad. Pero os aseguro que es transformador y liberador sentir que, por fin, tienes el control de tu vida.

Lunaris