Al ser la pequeña de tres hermanos, una ya va preparada para ciertas cosas.  Cuando mi hermano se fue a la universidad, le cambió la vida. Siempre pensé que era por las fiestas y el independizarse de casa, pero no. Estaba equivocada porque lo que realmente le cambió la vida fue la gente que conoció.

Había escuchado eso de que los amigos de la universidad son para siempre, pero no estaba segura de ello. Al fin y al cabo, rara vez conservas amigos de la infancia, es difícil entender por qué con estos nuevos sería diferente.

Cuando llegué a la universidad lo comprendí todo. Moverse en un ambiente en el que más o menos a todo el mundo le gusta lo mismo, la ansiada independencia, alejarse del control de los padres, la ilusión por convertirte en lo que llevas años soñando, la gente joven por todas partes, lo desconocido para todos.

Los momentos de soledad, el echar de menos a la vez que echas de más. Las conversaciones que se alargan hasta que empieza la siguiente clase, los trabajos de por la tarde que duran hasta la noche. Las confidencias y los fines de semana de vuelta a casa. Las reuniones en los pisos y las cenas de navidad. Esa persona de clase que empieza a gustarte. El madurar juntos. El conocerte más.

Los amigos de la universidad sí pueden ser para toda la vida. No solo es la mejor etapa por lo que llegas a aprender a nivel profesional, es la mejor etapa de la vida porque te ayuda a convertirte en la persona que realmente eres. No tengas miedo a lo nuevo porque la mayoría de las veces, te trae la felicidad absoluta. La vida es mejor con gente que te ayuda a crecer.